El Espíritu de un deficiente mental
(Sociedad, 25 de mayo de 1860)
Charles de Saint-G... es un jovencito deficiente mental de trece años de edad, encarnado, cuyas facultades intelectuales son tan nulas que ni siquiera reconoce a sus padres, siendo que se alimenta con mucha dificultad. Hay en él una interrupción completa en el desarrollo de todo su sistema orgánico. Se pensó que él pudiera ser un interesante tema de estudio psicológico.
1. (A san Luis.) ¿Podríais decirnos si podemos evocar al Espíritu de este niño? –Resp. Podéis hacerlo como si evocaseis a un Espíritu desencarnado.
2. Vuestra respuesta nos hace suponer que la evocación podría ser hecha a cualquier momento. –Resp. Sí; su alma está ligada al cuerpo por lazos materiales, pero no por lazos espirituales; ella puede siempre desprenderse.
3. Evocación de Charles de Saint-G... –Resp. Soy un pobre Espíritu, preso a la Tierra como un pájaro por una pata.
4. En vuestro estado actual, como Espíritu, ¿tenéis conciencia de vuestra condición nula en este mundo? –Resp. Así es; siento claramente mi cautiverio.
5. Cuando vuestro cuerpo duerme y el Espíritu se desprende, ¿tenéis ideas tan lúcidas como si estuvieseis en un estado normal? –Resp. Cuando mi desdichado cuerpo reposa, estoy un poco más libre para elevarme al cielo, que tanto anhelo.
6. Como Espíritu, ¿experimentáis un sentimiento penoso de vuestro estado corporal? –Resp. Sí, puesto que es una punición.
7. ¿Recordáis vuestra precedente existencia? –Resp. ¡Oh, sí! Es la causa de mi actual exilio.
8. ¿Cuál fue esta existencia? –Resp. La de un joven libertino durante el reinado de Enrique III.
9. Decís que vuestra condición actual es una punición; entonces ¿no la habéis elegido? –Resp. No.
10. ¿Cómo puede servir vuestra presente existencia a vuestro adelanto, en el estado nulo en que os encontráis? –Resp. Ella no es nula para mí delante de Dios, que me la ha impuesto.
11. ¿Prevéis la duración de vuestra actual existencia? –Resp. No; pero dentro de algunos años regresaré a mi patria.
12. Desde vuestra existencia precedente hasta la encarnación actual, ¿qué habéis hecho como Espíritu? –Resp. Dios me ha hecho prisionero porque yo era un Espíritu ligero.
13. En el estado de vigilia, ¿tenéis conciencia de lo que sucede a vuestro alrededor, a pesar de la imperfección de vuestros órganos? –Resp. Veo, oigo, pero mi cuerpo no ve ni percibe nada.
14. ¿Podemos hacer algo que sea útil para vos? –Resp. Nada.
15. (A san Luis.) Las oraciones por un Espíritu reencarnado, ¿pueden tener la misma eficacia que las hechas por un Espíritu errante? –Resp. Las oraciones son siempre buenas y agradables a Dios; en la posición de este pobre Espíritu, las mismas no pueden servirle de nada; ellas le servirán más adelante, porque Dios ha de tomarlas en cuenta.
Nota – Nadie desconocerá la elevada enseñanza moral que resalta de esta evocación. Además, ella confirma lo que siempre se ha dicho sobre los deficientes mentales. Su estado moral nulo no implica de manera alguna la condición nula del Espíritu que, haciendo abstracción de los órganos, goza de todas sus facultades. La imperfección de los órganos no es más que un obstáculo a la libre manifestación de las facultades, pero no las aniquila. Es como el caso de un hombre vigoroso, en que los movimientos de sus miembros fuesen limitados por cadenas. En ciertas regiones se sabe que los cretinos, lejos de ser objeto de desprecio, son amparados con benevolentes cuidados. Este sentimiento, ¿no sería una intuición del verdadero estado de esos desdichados, tanto más dignos de atenciones como su Espíritu, que comprende su posición y que debe sufrir al verse rechazado por la sociedad?