Los Espíritus puros (Médium: Sra. de Costel)
Los Espíritus puros son aquellos que, llegados al grado más alto de perfección, son considerados dignos de ser admitidos a los pies de Dios. El esplendor infinito que los rodea no los exime, de forma alguna, de ser útiles en las obras de la Creación: las funciones que deben cumplir corresponden a la extensión de sus facultades. Esos Espíritus son los ministros de Dios; bajo Sus órdenes, rigen los innumerables mundos; dirigen desde lo alto a los Espíritus y a los humanos; están ligados entre sí por un amor sin límites, y este fervor se extiende sobre todos los seres que buscan atraer para que se vuelvan dignos de la suprema felicidad. Dios irradia sobre ellos y les transmite sus órdenes; ellos Lo ven, sin ser ofuscados por Su luz.
Su forma es etérea y ellos no tienen nada de palpable; hablan a los Espíritus superiores y les comunican su ciencia; aquéllos se han vuelto infalibles. En sus filas son elegidos los ángeles guardianes, que con bondad posan sus miradas sobre los mortales y los recomiendan a los Espíritus superiores que los han amado. Aquéllos eligen a los agentes de su dirección entre los Espíritus del segundo orden. Los Espíritus puros son iguales, y no podría ser de otro modo, ya que solamente son llamados a esa clase después de haber alcanzado el grado más alto de perfección. Hay igualdad, pero no uniformidad, porque Dios no ha querido que ninguna de sus obras fuese idéntica. Los Espíritus puros conservan su personalidad, que sólo adquirió la más completa perfección en el sentido de su punto de partida.
No es permitido dar mayores detalles sobre ese mundo supremo.
GEORGES