Revista espírita — Periódico de estudios psicológicos — 1858

Allan Kardec

Volver al menú
Al estar algunas personas reunidas en nuestra casa con el objeto de constatar ciertas manifestaciones, se produjeron los siguientes hechos durante varias sesiones, los cuales dieron lugar a la conversación que vamos a relatar y que presenta un alto interés desde el punto de vista del estudio.

El Espíritu se manifestó a través de golpes, los cuales no fueron dados con la pata de la mesa, sino efectuados en la propia textura de la madera. El intercambio de pensamientos que tuvo lugar en esta circunstancia entre los asistentes y el ser invisible no permitía dudar de la intervención de una inteligencia oculta. Además de las respuestas dadas a varias preguntas, ya sea por sí o por no, y por medio de la tiptología alfabética, los golpes tocaban a voluntad una marcha cualquiera, el ritmo de un aria, e imitaban la fusilería y el cañoneo de una batalla, el ruido del tonelero, del zapatero, haciendo el eco con una admirable precisión, etc. Después tuvo lugar el movimiento de una mesa y su traslación sin ningún contacto de las manos, estando los asistentes apartados; una ensaladera ubicada sobre la mesa, en lugar de girar, se puso a deslizar en línea recta, también sin el contacto de las manos. Los golpes se hacían escuchar paralelamente en diversos muebles del cuarto, a veces simultáneamente, otras como si los mismos se respondiesen.

El Espíritu parecía tener una marcada predilección por los toques de tambor, porque a ellos volvía a cada instante sin que se lo pidieran; frecuentemente a ciertas preguntas, en lugar de responder, tocaba la generala o la llamada. Interrogado sobre varias particularidades de su vida, él decía llamarse Célima, haber nacido en París, fallecido desde hace cuarenta y cinco años, y haber sido tocador de tambor.

Entre los asistentes, además del médium especial de efectos físicos que servía a las manifestaciones, había un excelente médium psicógrafo que pudo servir de intérprete al Espíritu, lo que permitió obtener respuestas más explícitas. Al haber confirmado, por la psicografía, lo que había dicho por medio de la tiptología sobre su nombre, el lugar de su nacimiento y la época de su muerte, se le dirigió la siguiente serie de preguntas, cuyas respuestas ofrecen varios rasgos característicos y que corroboran ciertas partes esenciales de la teoría.

1. Escríbenos algo, lo que tú quieras. –Resp. Ran plan plan, ran plan plan.

2. ¿Por qué escribes esto? –Resp. Yo era tocador de tambor.

3. ¿Habías recibido alguna instrucción? –Resp. Sí.

4. ¿Dónde has hecho tus estudios? –Resp. En los Ignorantinos.

5. Nos pareces ser jovial. –Resp. Lo soy y mucho.

6. Nos has dicho que, cuando encarnado, gustabas beber demasiado; ¿es verdad? –Resp. Gustaba todo lo que era bueno.

7. ¿Eras militar? –Resp. Claro que sí, ya que era Tambor.

8. ¿En qué gobierno has servido? –Resp. En el de Napoleón el Grande.

9. ¿Puedes citarnos una de las batallas a las cuales has asistido? – Resp. La batalla del Beresina.

10. ¿Ha sido allá que has muerto? –Resp. No.

11. ¿Estabas en Moscú? –Resp. No.

12. ¿Dónde has muerto? –Resp. En las nieves.

13. ¿En qué cuerpo servías? –Resp. En los fusileros de la guardia.

14. ¿Amabas mucho a Napoleón el Grande? –Resp. Como lo amábamos todos, sin saber por qué.

15. ¿Sabes lo que sucedió con él después de su muerte? –Resp. Yo no me he ocupado sino de mí mismo después de mi muerte.

16. ¿Estás reencarnado? –Resp. No, ya que vengo a hablar con vosotros.

17. ¿Por qué te has manifestado a través de golpes sin que hayas sido llamado? –Resp. Es preciso hacer ruido para aquellos cuyo corazón no cree. Si aún no ha sido lo suficiente, os daré más todavía.

18. ¿Es por tu propia voluntad que has venido a golpear o realmente otro Espíritu te ha forzado a hacerlo? –Resp. Es por mi propia voluntad que vengo; realmente, hay otro a quien vosotros llamáis Verdad que también puede forzarme; pero hace mucho tiempo que yo quería venir.

19. ¿Con qué objetivo querías venir? –Resp. Para conversar con vosotros: he aquí lo que yo quería; pero había algo que me lo impedía. He sido forzado por un Espíritu familiar de la casa que me ha comprometido a que me volviese útil a las personas que me hicieran preguntas. –¿Tiene, pues, mucho poder este Espíritu, ya que comanda así a otros Espíritus? –Resp. Más de lo que creéis, y sólo lo usa para el bien.

Nota – El Espíritu familiar de la casa se hace conocer con el nombre alegórico de Verdad, circunstancia ignorada por el médium.

20. ¿Qué te lo impedía? –Resp. No sé; algo que no comprendo.

21. ¿Lamentas la vida? –Resp. No, nada lamento.

22. ¿Prefieres tu existencia actual o tu existencia terrestre? –Resp. Prefiero la existencia de los Espíritus a la existencia del cuerpo.

23. ¿Por qué? –Resp. Porque uno está mucho mejor que en la Tierra; la Tierra es un purgatorio, y todo el tiempo que en la misma he vivido, siempre he deseado la muerte.

24. ¿Sufres en tu nueva situación? –Resp. No; pero todavía no soy feliz.

25. ¿Estarías satisfecho de tener una nueva existencia corporal? – Resp. Sí, porque sé que debo elevarme.

26. ¿Quién te lo ha dicho? –Resp. Bien lo sé.

27. ¿Estarás pronto reencarnado? –Resp. No lo sé.

28. ¿Ves a otros Espíritus a tu alrededor? –Resp. Sí, a muchos.

29. ¿Cómo sabes que son Espíritus? –Resp. Entre nosotros nos vemos tal cual somos.

30. ¿Con qué apariencia los ves? –Resp. Como se pueden ver a los Espíritus, pero no por los ojos.

31. Y tú, ¿con qué forma estás aquí? –Resp. Con la que tenía en vida, es decir, con la de tocador de tambor.

32. Y a los otros Espíritus, ¿los ves con la forma que tenían cuando estaban encarnados? –Resp. No; nosotros no tomamos una apariencia sino cuando somos evocados: de otro modo nos vemos sin forma.

33. ¿Nos ves tan claramente como si estuvieras encarnado? –Resp. Sí, perfectamente.

34. ¿Es por los ojos que nos ves? –Resp. No; nosotros tenemos una forma, pero no tenemos sentidos; nuestra forma no es más que aparente.

Nota – Seguramente los Espíritus tienen sensaciones, puesto que perciben; de otro modo serían inertes. Pero sus sensaciones no están localizadas como cuando tenían un cuerpo: ellas son inherentes a todo su ser.

35. Dinos positivamente, ¿en qué lugar estás aquí? –Resp. Estoy cerca de la mesa, entre el médium y vos.

36. Cuando golpeas, ¿estás debajo de la mesa, por encima o en el espesor de la madera? –Resp. Estoy al lado; no me meto en la madera: basta que yo toque la mesa.

37. ¿Cómo produces los ruidos que haces escuchar? –Resp. Creo que por una especie de concentración de nuestra fuerza.

38. ¿Podrías explicarnos la manera por la cual se producen los diferentes ruidos que imitas, por ejemplo, las raspaduras? –Resp. No sabría especificar mucho la naturaleza de los ruidos: es difícil explicar. Sé que raspo, pero no puedo explicar cómo produzco ese ruido que vosotros llamáis raspadura.

39. ¿Podrías producir los mismos ruidos con cualquier médium? – Resp. No, hay especialidades en todos los médiums; todos no pueden obrar del mismo modo.

40. ¿Ves entre nosotros a alguien, además del joven S... (el médium de influencias físicas por el cual este Espíritu se manifiesta), que podría ayudarte a producir los mismos efectos? – Resp. Por el momento no veo a nadie; con él estoy muy dispuesto a hacerlo.

41. ¿Por qué con él en lugar de otro? –Resp. Porque lo conozco más, y también porque es más apto que otro en ese género de manifestaciones.

42. ¿Lo conoces desde hace mucho tiempo, antes de su actual existencia? –Resp. No; lo conozco hace poco tiempo; de alguna manera, he sido atraído hacia él para hacerlo mi instrumento.

43. Cuando una mesa se levanta en el aire sin punto de apoyo, ¿qué es lo que la sostiene? –Resp. Nuestra voluntad, que le ha ordenado obedecer, y también el fluido que nosotros le transmitimos. Nota – Esta respuesta viene en apoyo a la teoría que nos ha sido dada, a la cual hemos hecho referencia en los números 5 y 6 de esta Revista, sobre la causa de las manifestaciones físicas.

44. ¿Podrías hacerlo? –Resp. Pienso que sí; lo intentaré cuando el médium venga. (Él estaba ausente en ese momento.)

45. ¿De quién depende eso? –Resp. Depende de mí, ya que me sirvo del médium como instrumento.

46. Pero la cualidad del instrumento ¿no está para algo? –Resp. Sí, ésta me ayuda mucho, puesto que he dicho que no podría hacerlo con otros hoy.

Nota – En el transcurso de la sesión se intentó el levantamiento de la mesa, pero no se lo logró, probablemente porque no se puso en ello bastante perseverancia; hubo esfuerzos evidentes y movimientos de traslación sin contacto ni imposición de las manos. Entre las experiencias que fueron realizadas, se hizo la de la abertura de la mesa en el lugar donde se alarga; al ofrecer esta mesa mucha resistencia por su mala construcción, se la sostuvo de un lado, mientras que el Espíritu tiraba del otro y la hacía abrir.

47. ¿Por qué, el otro día, los movimientos de la mesa se detenían cada vez que uno de nosotros tomaba la luz para observar debajo? – Resp. Porque yo quería punir vuestra curiosidad.

48. ¿De qué te ocupas en tu existencia de Espíritu, ya que, en fin, no pasas el tiempo golpeando? –Resp. Frecuentemente tengo misiones que cumplir; nosotros debemos obedecer las órdenes superiores, y sobre todo cuando –a través de nuestra influencia– tenemos que hacer el bien a los humanos.

49. Sin duda tu vida terrestre no ha sido exenta de faltas; ¿las reconoces ahora? –Resp. Sí, las expío con justicia al estar estacionario entre los Espíritus inferiores; sólo podré purificarme más cuando tome otro cuerpo.

50. Cuando hacías escuchar golpes en otro mueble al mismo tiempo que en la mesa, ¿eras tú quien los producía u otro Espíritu? – Resp. Era yo.

51. Entonces ¿estabas solo? –Resp. No, pero solamente yo cumplía la misión de golpear.

52. Los otros Espíritus que estaban allí, ¿te ayudaban en algo? – Resp. No para golpear, sino para hablar.

53. ¿No eran, pues, Espíritus golpeadores? –Resp. No, la Verdad no había permitido golpear a nadie más que a mí.

54. Los Espíritus golpeadores ¿no se reúnen a veces en gran número, a 191 fin de tener más poder para producir ciertos fenómenos? –Resp. Sí, pero para lo que yo quería hacer podía bastarme solo.

55. En tu existencia espírita, ¿estás siempre en la Tierra? –Resp. Lo más frecuentemente en el espacio.

56. ¿Vas a veces a otros mundos, es decir, a otros globos? –Resp. No a los más perfectos, sino a los mundos inferiores.

57. Algunas veces ¿te diviertes al ver y al escuchar lo que hacen los hombres? –Resp. No; sin embargo, algunas veces tengo piedad de ellos.

58. ¿Hacia quiénes vas con preferencia? –Resp. Hacia los que quieren creer de buena fe.

59. ¿Podrías leer en nuestros pensamientos? –Resp. No, no leo en las almas; no soy lo bastante perfecto para esto.

60. Entretanto debes conocer nuestros pensamientos, puesto que vienes hacia nosotros; de otro modo, ¿cómo podrías saber si creemos de buena fe? –Resp. No leo, pero escucho.

Nota – La pregunta 58 tenía como objetivo interrogarle hacia quiénes iba espontáneamente con preferencia, en su vida de Espíritu, sin ser evocado; a través de la evocación él puede –como Espíritu de un orden poco elevado– ser obligado a venir, incluso a un medio que le desagrade. Por otro lado, sin leer propiamente hablando nuestros pensamientos, podía ciertamente ver que las personas estaban reunidas con un objetivo serio y, por la naturaleza de las preguntas y de las conversaciones que escuchaba, juzgar que la asistencia estaba compuesta por personas sinceramente deseosas de esclarecerse.

61. ¿Has vuelto a encontrar en el mundo de los Espíritus a alguno de tus antiguos camaradas del ejército? –Resp. Sí, pero sus posiciones eran tan diferentes que no los he reconocido a todos.

62. ¿En qué consistía esta diferencia? –Resp. En el orden feliz o infeliz de cada uno.

63. ¿Qué les habéis dicho al reencontrarlos? –Resp. Yo les decía: Vamos a elevarnos a Dios, que Él lo permite.

64. ¿Cómo entendías esa elevación hacia Dios? –Resp. Cada peldaño superado es un peldaño más hacia Él.

65. Nos has dicho que habías muerto en las nieves; por consecuencia, ¿has muerto de frío? –Resp. De frío y de necesidades.

66. ¿Has tenido conciencia inmediata de tu nueva existencia? – Resp. No, pero no tenía más frío.

67. ¿Has vuelto alguna vez al lugar donde has dejado tu cuerpo? – Resp. No, me había hecho sufrir mucho.

68. Te agradecemos las explicaciones que has tenido a bien 192 darnos; ellas nos han suministrado temas útiles de observación para perfeccionarnos en la ciencia espírita. –Resp. Estoy a vuestra disposición.

Nota – Como se ve, este Espíritu es poco elevado en la jerarquía espírita: él mismo reconoce su inferioridad. Sus conocimientos son limitados; pero hay en él buen sentido, sentimientos honorables y benevolencia. Como Espíritu, su misión es bastante ínfima, ya que desempeña el papel de Espíritu golpeador para llamar a los incrédulos a la fe; pero, en el propio teatro, el humilde traje de figurante ¿no puede cubrir un corazón honesto? Sus respuestas tienen la simplicidad de la ignorancia; pero, por no tener la elevación del lenguaje filosófico de los Espíritus superiores, ellas no son menos instructivas como estudio de las costumbres espíritas, si podemos expresarnos así. Es solamente estudiando todas las clases de ese mundo que nos espera, que se puede llegar a conocerlo, y de alguna manera marcar con anticipación el lugar que cada uno de nosotros puede allí ocupar. Al ver la situación que se han forjado – por sus vicios y por sus virtudes– los hombres que han sido nuestros iguales en la Tierra, es un aliento para elevarnos lo mayor posible desde aquí: es el ejemplo al lado del precepto. No estaría de más repetir que para conocer bien una cosa y hacerse de ella una idea exenta de ilusiones, es preciso verla en todos sus aspectos, así como el botánico no puede conocer el reino vegetal sino observando desde la humilde criptógama escondida bajo el musgo, hasta el roble que se eleva en los aires.