Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1860

Allan Kardec

Volver al menú
Correspondencia

Carta del Dr. Morhéry sobre diversos casos de cura obtenidos por la medicación de la Srta. Désirée Godu.
Plessis-Boudet, cerca de Loudéac, Côtes-du-Nord, 25 de abril de 1860.


Señor Allan Kardec,

Vengo hoy a cumplir la promesa que os hice de relataros los casos de cura que obtuve con la asistencia de la Srta. Godu. Como habréis de comprender, no puedo enumerarlos a todos, porque sería demasiado extenso. Me limito a hacer una selección, no en razón de la gravedad, sino en razón de la variedad de las enfermedades. No quise repetir dos veces los mismos casos, ni mencionar curas de poca importancia.

Ya véis, Señor, que la Srta. Godu no ha perdido tiempo desde que está en Plessis-Boudet; hemos visitado más de doscientos enfermos y tuvimos la satisfacción de curar a casi todos aquellos que tuvieron la paciencia de seguir nuestras prescripciones. No os hablo de nuestros enfermos cancerosos, pues ellos están bien encaminados; mas esperaré resultados positivos antes de pronunciarme. Aún tenemos un gran número de pacientes en tratamiento, y de preferencia seleccionamos a los que son considerados incurables. Por lo tanto, dentro de poco espero tener nuevos casos de cura para relataros. Es sobre todo en las afecciones reumáticas, en las parálisis, en las ciáticas, en las úlceras, en las desviaciones óseas y en las heridas de toda naturaleza, que el sistema de tratamiento parece dar mejores resultados.

Señor, puedo aseguraros que he aprendido muchas cosas útiles que yo ignoraba antes de mi contacto con esta señorita; cada día ella me enseña algo nuevo, tanto para el tratamiento como para el diagnóstico. En cuanto al pronóstico, ignoro cómo puede establecerlo; sin embargo, ella no se equivoca. Con la Ciencia común no puede explicarse esa percepción; pero vos, Señor, la comprendéis fácilmente.

Termino declarando que afirmo como verdaderas y sinceras las siguientes observaciones, todas firmadas por mí.

Atentamente,

MORHÉRY, doctor en Medicina.

1ª Observación
, caso N° 5 (23 de febrero de 1860). François Langle, jornalero. –Diagnóstico: fiebre intermitente hace seis meses. Esta fiebre había resistido al sulfato de quinina, varias veces administrado por mí al enfermo; ha sido curado en cinco días de tratamiento con simples infusiones de diversas plantas, y el paciente se encuentra mejor que nunca. Yo podría citar diez curas semejantes.

2ª Observación, caso N° 9 (24 de febrero de 1860). Señora R..., 32 años de edad, de Loudéac. –Diagnóstico: inflamación y obstrucción crónica de las amígdalas; cefalalgia violenta; dolores en la columna vertebral; abatimiento general; ausencia de apetito. El mal comenzó con escalofríos y sordera, y ya dura dos años. –Pronóstico: caso grave y de difícil cura; el mal ha resistido a los mejores tratamientos aplicados. Hoy la paciente está curada; ella solamente continúa el tratamiento para evitar una recaída.

3ª Observación, caso N° 13 (25 de febrero de 1860). Pierre Gaubichais, de la aldea de Ventou-Lamotte, 23 años de edad. –Diagnóstico: inflamación subaponeurótica en el dorso y en la palma de la mano. –Pronóstico: caso grave, pero no incurable. La cura ha sido obtenida en menos de quince días. Tenemos cuatro o cinco casos semejantes.

4ª Observación, caso N° 18 (26 de febrero de 1860). François R..., de Loudéac, 27 años de edad. –Diagnóstico: tumor blanco cicatrizado en la rodilla izquierda; absceso fistuloso en la parte posterior del muslo, encima de la articulación. El mal existe desde hace 10 años. –Pronóstico: caso muy grave e incurable. El mal ha resistido a los mejores tratamientos aplicados durante 6 años. Este enfermo ha sido tratado con ungüentos preparados por la Srta. Godu y ha tomado infusiones de diversas plantas. Hoy puede ser considerado como curado.

5ª Observación, caso Nº 23 (25 de febrero de 1860). Jeanne Gloux, obrera en Tierné-Loudéac. –Diagnóstico: panadizo muy intenso desde hace 10 días. La enferma ha sido radicalmente curada en quince días, únicamente con los ungüentos de la Srta. Godu. Los dolores desaparecieron desde el segundo apósito. Tenemos tres curas semejantes.

6ª Observación, caso N° 12 (25 de febrero de 1860). Vincent Gourdel, tejedor en Lamotte, 32 años. –Diagnóstico: oftalmia aguda como consecuencia de una erisipela intensa. Congestión inflamatoria de la conjuntiva, manifestándose una amplia mancha en la córnea transparente del ojo izquierdo; estado inflamatorio general. –Pronóstico: afección grave y muy intensa. Es de temerse que el ojo se pierda en diez días. –Tratamiento: aplicación de ungüentos en el ojo enfermo. Hoy la oftalmia está curada; la mancha en la córnea ha desaparecido, pero el tratamiento continúa para combatir la erisipela, que parece ser de naturaleza periódica y quizás herpética.

7ª Observación, caso N° 31 (27 de febrero de 1860). Marie-Louise Rivière, jornalera en Lamotte, 24 años de edad. –Diagnóstico: reumatismo antiguo en la mano derecha, con debilidad completa y parálisis de las falanges; imposibilidad de trabajar. Causa desconocida. –Pronóstico: cura muy difícil, por no decir imposible. Curada en 20 días de tratamiento.

8ª Observación, caso N° 34 (28 de febrero de 1860). Jean-Marie Le Berre, 19 años, indigente de Lamotte. –Diagnóstico: cefalalgia violenta, insomnio, hemorragias frecuentes por las fosas nasales; desviación hacia dentro de la rodilla derecha y hacia fuera de la misma pierna. El paciente es verdaderamente lisiado. –Pronóstico: incurable. –Tratamiento: extracto de tópicos, y uso de ungüentos de la Srta. Godu. Hoy el miembro se ha enderezado y la cura es más o menos completa; entretanto, el tratamiento continúa por precaución.

9ª Observación, caso N° 50 (28 de febrero de 1860). Marie Nogret, 23 años, de Lamotte. –Diagnóstico: inflamación de la pleura y del diafragma, hinchazón e inflamación de las amígdalas y de la úvula; palpitaciones, mareos, sofocaciones. –Pronóstico: aunque la paciente sea fuerte, su estado es muy grave; no puede dar dos pasos. –Tratamiento: infusiones de diversas plantas. Mejoró al día siguiente y se curó radicalmente en ocho días.

10ª Observación, caso N° 109 (12 de marzo de 1860). Pierre Le Boudu, de la comuna de Saint-Hervé. –Diagnóstico: sordo hace 18 años como consecuencia de una fiebre tifoidea. –Pronóstico: incurable y rebelde a todo tratamiento. –Tratamiento: inyecciones y uso de infusiones de diversas plantas preparadas por la Srta. Godu. Hoy el paciente oye el movimiento de su reloj; el ruido le molesta y lo aturde, a causa de la sensibilidad del oído.

11ª Observación, caso N° 132 (18 de marzo de 1860). Marie Le Maux, 10 años de edad, residente en Grâces. –Diagnóstico: reumatismo, con rigidez de las articulaciones, particularmente en las dos rodillas; la niña sólo anda con muletas. –Pronóstico: caso muy grave, por no decir incurable. –Tratamiento: extracto de tópicos, y apósito con el ungüento de la Srta. Godu. Cura en menos de 20 días. Hoy la niña camina sin muletas ni bastón.

12ª Observación, caso N° 80 (19 de marzo de 1860). Hélène Lucas, 9 años de edad, indigente de Lamotte. –Diagnóstico: salida e hinchazón permanentes de la lengua, que se desplaza de los labios de 5 a 6 centímetros hacia delante y que parece colgada de la boca; la lengua es rugosa y los dientes inferiores están desgastados por la misma; para comer, la niña es obligada a poner la lengua de lado con una mano, y a introducir los alimentos en la boca con la otra. Ese estado remonta a la edad de 2 meses y medio. –Pronóstico: caso muy grave, considerado incurable. Hoy la lengua tuvo un retraimiento a la cavidad bucal, y la paciente está casi completamente curada.

MORHÉRY

Se notará sin dificultad que las noticias anteriores no son, en absoluto, esos certificados banales solicitados por la codicia, y en los cuales la complacencia disputa muy a menudo con la ignorancia. Son observaciones de un médico que, dejando a un lado el amor propio, admite francamente su insuficiencia en presencia de los infinitos recursos de la Naturaleza, que no le ha dicho su última palabra en los bancos escolares. Reconoce que la Srta. Godu, sin instrucción especial, le ha enseñado más que ciertos libros de los hombres, porque ella lee en el propio libro de la Naturaleza; como hombre sensato, prefiere salvar a un enfermo por medios aparentemente irregulares, que dejarlo morir según las reglas, no se sintiendo humillado por eso.

Nos proponemos a hacer, en un próximo artículo, un estudio serio, desde el punto de vista teórico, sobre esta facultad intuitiva que es más frecuente de lo que se piensa, pero que está más o menos desarrollada, a través de la cual la Ciencia podrá adquirir preciosas luces cuando los hombres no se crean más sabios que el Señor del Universo. Hemos obtenido por intermedio de un hombre muy esclarecido, natural del Indostán y de origen hindú, preciosas enseñanzas sobre las prácticas de la Medicina intuitiva por los nativos, y que vienen a adjuntar a la teoría el testimonio de hechos auténticos bien observados.