Medicina intuitiva Plessis-Boudet, 23 de mayo de 1860.
Señor:
En mi última carta os he dado un boletín de las curas obtenidas por medio de la medicación de la Srta. Godu. Siempre tengo la intención de poneros al tanto de los hechos, pero hoy creo que es más útil hablaros del modo en que aplica su tratamiento. Es bueno poner a las personas al corriente de esto, porque vienen de lejos enfermos que se hacen una idea muy falsa de este género de medicación, y que se arriesgan a hacer un viaje inútil o de pura curiosidad.
La Srta. Godu no es sonámbula; ella nunca consulta a distancia, ni incluso en mi domicilio, sino bajo mi dirección y mi control. Cuando estamos de acuerdo –lo que sucede casi siempre–, porque hoy estoy en condiciones de apreciar su medicación, comenzamos el tratamiento estipulado, y la Srta. Godu aplica los apósitos y prepara las hierbas medicinales. En una palabra, obra como una enfermera, pero como una enfermera
de élite, y con una dedicación ejemplar, en nuestra modesta e improvisada casa de salud.
¿Será por un fluido depurador, del cual sería dotada, que obtiene resultados tan valiosos?
¿Será por la aplicación de los apósitos o por la confianza que ella inspira?
¿Será, en fin, por un sistema de medicación bien concebido y bien dirigido, que ella obtiene éxito?
Tales son las tres preguntas que frecuentemente me hago.
Por el momento, no quiero entrar en la primera pregunta, porque la misma exige un estudio profundo y una discusión científica del primer orden; ella vendrá más tarde.
Con respecto a la segunda pregunta, hoy puedo responderla afirmativamente, y en esto la Srta. Godu se encuentra en las mismas condiciones que todos los médicos, enfermeras u operadores que saben levantar la moral de sus pacientes e inspirarles una saludable confianza.
En cuanto a la tercera pregunta, no dudo más en responderla afirmativamente. He adquirido la convicción de que la medicación de la Srta. Godu constituye todo un sistema muy metódico. Este sistema es sencillo en su teoría, pero en la práctica varía al infinito, y es en la aplicación que requiere toda la atención y toda la habilidad posibles. Al principio, el médico más experimentado tiene dificultad en entender este mecanismo y esa serie de incesantes modificaciones, en razón del progreso o de la declinación de la enfermedad; él se queda admirado y comprende poco; pero, con el tiempo, se da cuenta fácilmente de esa medicación y de sus efectos.
Sería demasiado largo enumeraros en detalle, y
currente calamo, todo un sistema médico nuevo para nosotros, aunque, sin duda, muy antiguo en relación a la edad de los hombres en nuestro planeta. He aquí las bases en las cuales reposa este sistema, que raramente sale de la medicina revulsiva.
En la mayoría de los casos, la Srta. Godu aplica un extracto de tópico, compuesto por una o dos materias que se encuentran en todas partes, tanto en la cabaña como en el castillo. Este tópico tiene una acción tan enérgica que se obtienen efectos incomparablemente superiores a todos nuestros revulsivos conocidos, sin exceptuar el cauterio actual y las moxas. Algunas veces ella se limita a la aplicación de vesicantes, cuando un efecto enérgico no es indispensable. La habilidad consiste en proporcionar el remedio al mal, en mantener un supuración constante y variada, y he aquí lo que ella obtiene con un ungüento tan simple que no puede clasificárselo en el número de los medicamentos. Puede ser comparado con los ceratos simples e incluso con las cataplasmas; entretanto, este ungüento produce efectos duraderos y muy variados: aquí son sales calcáreas que aparecen en el emplasto; en los hidrópicos, es agua; en las personas con humores, es una supuración abundante, tanto clara como espesa. En fin, los efectos de su ungüento varían al infinito, por una causa que todavía no he podido aprehender y que, además, debe entrar en el estudio de la primera pregunta hecha. Esto con referencia a la medicación externa; más tarde os diré algunas palabras sobre la medicación interna, que comprendo fácilmente. No se debe pensar que el mal desaparezca como por encanto; son necesarios, como siempre, tiempo y perseverancia para curar radicalmente las enfermedades rebeldes.
Atentamente,
MORHÉRY.