Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1860

Allan Kardec

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El Cristianismo
(Médium: Sr. Didier Hijo)

Lo que se debe observar en el Espiritismo es la moral cristiana. Desde hace siglos han habido muchas religiones, muchos cismas y muchas supuestas verdades; y todo lo que fue levantado fuera del Cristianismo ha caído, porque el Espíritu Santo no lo animaba. El Cristo resume lo que la moral más pura y más divina enseña al hombre en lo que atañe a sus deberes en esta vida y en la otra. La antigüedad, en lo que tiene de más sublime, es pobre ante esa moral tan rica y tan fértil. La aureola de Platón se pone pálida ante la del Cristo, y la copa de Sócrates es muy pequeña delante del inmenso cáliz del Hijo del Hombre. ¡Oh, Sesostris!, déspota del poderoso Egipto, ¿eres tú que puedes compararte, desde lo alto de tus pirámides colosales, con el Cristo que ha nacido en un pesebre? ¿Eres tú, Solón? ¿Eres tú, Licurgo, cuya ley bárbara condenaba a los niños con malformación, que te puedes comparar con Aquel que ha dicho cara a cara con el orgullo: «Dejad que los niños vengan a mí»? ¿Sois vosotros, sagrados pontífices del piadoso Numa, cuya moral quería la muerte en vida de las vestales culpables, que os podéis comparar con Aquel que ha dicho a la mujer adúltera: «Vete, y en adelante no peques más»? No, no más con esos misterios tenebrosos que practicabais, ¡oh, antiguos sacerdotes! No más con esos misterios cristianos que son la base de esta religión sublime que se llama Cristianismo. Inclinaos ante Él, todos vosotros, legisladores y sacerdotes humanos; inclinaos, porque ha sido el propio Dios que ha hablado por la boca de ese ser privilegiado que se llama el Cristo.

LAMENNAIS