Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1860

Allan Kardec

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El Día de los Muertos
(Médium: Srta. Huet)

Nota En la sesión de la Sociedad del 2 de noviembre, Charles Nodier, al ser solicitado para que tenga a bien proseguir el trabajo que hubo comenzado, respondió:

«Muy estimados amigos míos, permitidme en esta noche hablaros de otro tema; continuaré la próxima vez el trabajo que he comenzado.

«Hoy es una fecha que es consagrada tan específicamente a nosotros, que no podemos dejar de llamar vuestra atención sobre la muerte y acerca de las oraciones que solicitan la mayoría de los que os han precedido. Esta semana es un período de confraternización entre el Cielo y la Tierra, entre los vivos y los muertos. Debéis ocuparos de nosotros más particularmente, y de vosotros también; porque al meditar sobre el pensamiento de que en breve –como para nosotros– los vivos orarán por vuestra alma, vosotros debéis volveros mejores. Según la manera con la cual hayáis vivido en la Tierra, seréis recibidos ante Dios. En definitiva, ¿qué es la vida? Una muy corta emigración del Espíritu en la Tierra; entretanto, es un tiempo en que se puede acumular un tesoro de gracias o prepararse para crueles tormentos. Pensad en esto; pensad en el Cielo, y sea cual fuere la vida que tengáis, os parecerá bien amena.»

CHARLES NODIER

Con respecto al tema de la comunicación del Espíritu Nodier, le han sido dirigidas las siguientes preguntas:

1. Hoy, los Espíritus ¿son más numerosos que de costumbre en los cementerios? –Resp. En esta época estamos más espontáneamente junto a nuestros despojos terrenos, porque vuestros pensamientos y vuestras oraciones están allí con nosotros.

2. Los Espíritus que en estos días vienen a sus tumbas, junto a las cuales nadie ora, ¿sufren al ver que son olvidados, mientras que otros tienen parientes y amigos que les traen una demostración de su recuerdo? –Resp. ¿No hay personas piadosas que oran por todos los muertos en general? ¡Pues bien! Esas oraciones llegan al Espíritu que ha sido olvidado; ellas son para él un maná celestial, que tanto cae para el perezoso como para el hombre activo. La plegaria es tanto para el conocido como para el desconocido: Dios la reparte igualmente, y los Espíritus buenos que no tienen más necesidad de la misma la distribuyen entre aquellos que puedan precisar de ella.

3. Sabemos que la fórmula de las oraciones es indiferente; entretanto, muchas personas tienen necesidad de una fórmula para fijar sus ideas; es por eso que os estaríamos agradecidos por consentir dictarnos una al respecto; todos nosotros nos asociaremos a vuestra oración a través del pensamiento, para dirigirla a los Espíritus que puedan necesitar de la misma. –Resp. De buen grado.

«Dios, creador del Universo, dignaos tener piedad de vuestras criaturas; considerad sus debilidades; abreviad sus pruebas terrenas si estuvieren por encima de sus fuerzas; compadeceos de las penas de los que han dejado la Tierra e inspiradles el deseo de progresar hacia el bien».

4. Sin duda hay aquí varios Espíritus a los cuales podemos ser útiles; vamos a pedirles que se manifiesten. –Resp. ¡Qué pedido hacéis! Seréis acometidos por muchos.

5. De modo alguno estamos sorprendidos con esto; si no podemos escucharlos a todos, lo que digamos a uno servirá para los otros. –Resp. ¡Pues bien! Haced lo que vuestro corazón os diga.

Al haber sido hecho un llamado, sin designación especial, a uno de los Espíritus presentes que quisiese comunicarse para solicitar nuestra asistencia, se manifestó el de un personaje muy conocido, fallecido hace dos años, mostrando sentimientos muy diferentes de los que tenía cuando encarnado, y que estábamos lejos de sospechar.