Comunicaciones leídas en la Sociedad
Médium: Sr. PêcheurAmigo mío, ¿no sabéis que todo hombre que camina en la senda del progreso, tiene siempre contra sí la ignorancia y la envidia?
El polvo levantado por vuestros pasos suscita envidia. Vuestras ideas dejan alterados a ciertos hombres, porque no comprenden o porque sofocan por orgullo la voz de la conciencia que les grita: Lo que rechazas, tu juez te hará recordar un día; es una mano que Dios te tiende para sacarte del lodazal donde te han arrojado tus pasiones. Escucha por un instante la voz de la razón; piensa que vives en el siglo del dinero, donde el
yo domina; que el amor a las riquezas seca tu corazón, dejando la conciencia pesada con muchas faltas e incluso con crímenes que tendrás que confesar. Hombres sin fe, que os decís hábiles: vuestra habilidad os llevará al naufragio; ninguna mano os será tendida; os hicisteis los sordos para con la desgracia de los otros, y seréis tragados sin que una lágrima se derrame por vosotros. ¡Deteneos! Aún hay tiempo; que el arrepentimiento penetre en vuestros corazones; que el mismo sea sincero, y Dios os perdonará. Buscad al desdichado que no osa quejarse y que la miseria mata lentamente; y el pobre que hubiereis ayudado incluirá vuestro nombre en sus oraciones; bendecirá la mano que quizá haya salvado a su hija del hambre que mata y de la vergüenza que deshonra. Infelices de vosotros si os hacéis los sordos a su voz. Dios os ha dicho por la boca sagrada del Cristo: Ama a tu hermano como a ti mismo. ¿No os ha dado la razón para juzgar el bien y el mal? ¿No os ha dado un corazón para compadeceros de los sufrimientos de vuestros semejantes? ¿No sentís que al sofocar vuestra conciencia, sofocáis la voz del progreso y de la caridad? ¿No sentís que apenas arrastráis un cuerpo vacío, y que nada más palpita en vuestro pecho, lo que vuelve incierta vuestra marcha? Porque huisteis de la luz y vuestros ojos se volvieron de carne, las tinieblas que os rodean os agitan y os causan temor; buscáis salir –pero demasiado tarde– de ese camino que se destruye bajo vuestros pies; el miedo, que no podéis definir, os vuelve supersticiosos. Aparentáis que sois un hombre caritativo; sin embargo, esperando rescatar vuestra vida de egoísta, dais la moneda que el temor os arranca, pero Dios sabe lo que os lleva a actuar así: no podéis engañarlo. Vuestra existencia se extinguirá sin esperanza, y no podréis prolongarla ni un solo día; se ha de extinguir a pesar de vuestras riquezas, que vuestros hijos codician por anticipado, porque les habéis dado el ejemplo; al igual que vos, ellos tienen solamente un deseo: el del oro, único sueño de felicidad para ellos. Y cuando suene esta hora de justicia, os será necesario comparecer ante el Juez Supremo que habéis despreciado.
Tu hija
La conciencia Cada hombre tiene en sí mismo lo que vosotros llamáis: una voz interior. Es aquello que el Espíritu llama: la conciencia, juez severo que preside todas las acciones de vuestra vida. Cuando el hombre está solo, escucha a esta conciencia y evalúa las cosas en su justo valor; frecuentemente tiene vergüenza de sí mismo: en este momento reconoce a Dios. Pero la ignorancia –fatal consejera– lo arrastra y le pone la máscara del orgullo; ante vosotros, él se presenta engreído en su vacuidad, buscando engañaros con el aplomo que aparenta. Pero el hombre de corazón recto no tiene soberbia en la cabeza; escucha con provecho las palabras del sabio; siente que no es nada, y que Dios es todo; busca instruirse en el libro de la Naturaleza, escrito por la mano del Creador. Eleva su Espíritu y expele de su envoltura las pasiones materiales que a menudo os extravían. Una pasión que os domina es un guía peligroso: recordad esto, amigo. Dejad reír al escéptico: su risa se extinguirá; a la hora extrema, el hombre se vuelve creyente. De esta manera, piensa siempre en Dios, porque únicamente Él no se equivoca. Recuerda que apenas existe un camino que conduce hacia Él: la fe y el amor a los semejantes.
Tu hija
La morada de los elegidos
(Médium: Sra. de Desl...)
Tu pensamiento aún está absorbido por las cosas de la Tierra; si quieres escucharnos, es necesario olvidarlas. Tratemos de conversar acerca de lo Alto; que tu Espíritu se eleve hacia esas regiones, morada de los elegidos del Señor. Observa esos mundos que esperan a todos los mortales, cuyos lugares están marcados según el mérito que tengan. ¡Cuánta felicidad para aquel que se complace en las cosas santas, en las grandes enseñanzas dadas en el nombre de Dios! ¡Oh, hombres, cómo sois pequeños, comparados con los Espíritus liberados de la materia, que se ciernen en los espacios ocupados por la gloria del Señor! Felices aquellos que son llamados a habitar los mundos en donde la materia no es más que un nombre; en donde todo es etéreo y translúcido;
en donde los pasos no se escuchan más. La música celestial es la única melodía que llega a los sentidos, ¡los cuales son tan perfectos que captan los mínimos sonidos, desde que éstos sean armoniosos! ¡Qué celeridad la de todos esos seres amados por Dios! ¡Cómo se desplazan con deleite por esas regiones de regocijo, que son sus moradas! Allí no hay discordias, ni envidia, ni odio; el amor se ha vuelto el lazo destinado a unir entre sí a todos los seres creados, y este amor que llena sus corazones sólo tiene como límite al propio Dios, que es la finalidad, y en el que se resumen la fe, el amor y la caridad.
Un amigo
(Otra comunicación, a través de la misma médium)
Tu olvido me afligía; no dejes más sin llamarme por tanto tiempo; me siento dispuesto a conversar contigo y a darte consejos. Guárdate de creer en todo lo que otros Espíritus podrían decirte: tal vez ellos te arrastren por un mal camino. Ante todo sé prudente, para que Dios no te saque la misión que te encargó de cumplir, es decir, la de ayudar a llevar al conocimiento de los hombres la revelación de la existencia de los Espíritus alrededor de ellos. No todos están en condiciones de apreciar y de comprender el alto alcance de estas cosas, cuyo conocimiento Dios aún no permite sino a los elegidos. Vendrá el día en que esta ciencia, llena de consuelos y de grandeza, será compartida por toda la Humanidad, donde ya no se encontrará más un incrédulo. Entonces, los hombres no podrán comprender cómo una verdad tan palpable haya podido ser puesta en duda un solo instante, por el más simple de los mortales. En verdad, te digo que no pasará medio siglo, antes que los ojos y los oídos de todos sean abiertos a esa gran verdad: que los Espíritus circulan en el espacio y ocupan los diferentes mundos, conforme su mérito a los ojos de Dios; que la verdadera vida está en la muerte, y que es necesario que el hombre sea rescatado varias veces, antes de obtener la vida eterna, a la que todos deberán llegar a través de más o menos siglos de sufrimientos, según hayan sido más o menos fieles a la voz del Señor.
Un amigo
La inteligencia y el discernimiento
(Médium: Sra. de Netz)
La libertad del hombre es totalmente individual; él nació libre, pero a menudo el mal uso de esta libertad provoca su desdicha. Libertad moral, libertad física, él ha reunido todo, mas con frecuencia le falta el discernimiento, aquello que llamáis el buen sentido. Si un hombre tiene mucha inteligencia, pero le falta la cualidad del discernimiento, es absolutamente como si nada tuviese, porque ¿qué haría él de su inteligencia si no puede gobernarla, si no tiene el necesario juicio para saber comportarse, si cree que camina por la buena senda, cuando está en el lodazal o si cree tener siempre la razón, cuando frecuentemente está errado? El discernimiento puede tomar el lugar de la inteligencia, pero la inteligencia nunca sustituirá al discernimiento. Esta última es una cualidad necesaria y, si no la tenemos, es preciso hacer todos los esfuerzos para adquirirla.
Un Espíritu familiar
El incrédulo
(Médium: Sra. L...)
Vuestra Doctrina es bella y santa; su primer jalón está plantado, y sólidamente plantado. Ahora sólo debéis marchar; el camino que se os ha abierto es grande y majestuoso. Bienaventurado aquel que llegue al puerto; cuanto más adeptos haya hecho, más le será tomado en cuenta. Pero para esto es necesario no abrazar fríamente a la Doctrina; es preciso hacerlo con fervor, y este fervor será multiplicado, porque Dios está siempre con vosotros cuando hacéis el bien. Todos aquellos que condujereis, serán otras tantas ovejas que volverán a entrar al redil; ¡pobres ovejas descarriadas! Creed que el más escéptico, el más ateo y el más incrédulo, en fin, tienen siempre en el corazón un pequeño rincón que quisieran ocultar a sí mismos. Pues bien: éste es el pequeño rincón que es necesario buscar y encontrar, porque es preciso abordar ese lado vulnerable de ellos; es una pequeña grieta que Dios ha dejado expresamente abierta para facilitar a su criatura el medio de volver a Él.
San Benito
Lo sobrenatural
(Médium: Sr. Rabache, de Burdeos)
Hijos míos, vuestro padre hizo bien en llamaros seriamente la atención sobre los fenómenos que se producen en las sesiones de las cuales os ocupáis hace algunos días. Según las instrucciones de ciertos Espíritus sectarios, ignorantes o dominadores, esos efectos han sido juzgados sobrenaturales. No creáis en esto, hijos míos; nada de lo que sucede es
sobrenatural; si así fuese, el buen sentido os dice que eso solamente ocurriría fuera de la Naturaleza y, entonces, no lo veríais. Para que vuestros ojos o vuestros sentidos perciban una cosa,
es totalmente necesario que esta cosa sea
natural. Con un poco de reflexión, no hay un Espíritu serio que consienta en creer en cosas sobrenaturales. No quiero decir con esto que no existan cosas que así parezcan a vuestra inteligencia, pero la única razón para eso es que no las comprendéis. Cuando algún hecho os parezca salir de lo que creéis natural, tened cuidado con esa pereza de no querer razonar que os induce a creer que es sobrenatural; buscad comprenderlo; es para esto que os ha sido dada la inteligencia. ¿De qué os serviría la misma si tuvieseis que contentaros con aprender y con creer en lo que os han enseñado vuestros predecesores? Es necesario que cada uno ponga su inteligencia al servicio del progreso, que es una obra colectiva. Puesto que sois dotados de pensamiento, pensad; ya que tenéis discernimiento –que os ha sido dado para algo–, examinad y juzgad. No aceptéis juicios que ya estén concluidos sino después de haberlos pasado por el tamiz de la razón. Dudad un largo tiempo si no tuviereis certeza, pero nunca neguéis aquello que no comprendáis. Examinad, examinad seriamente. Sólo el que es perezoso, el que no es inteligente y el indiferente aceptan como verdadero o falso todo lo que oyen afirmar o negar. En fin, hijos míos, haced todos los esfuerzos para volveros serios y útiles, a fin de cumplir bien la misión que os ha sido confiada. Nunca es demasiado temprano como para ocuparse con el bien y con lo bueno; por lo tanto, comenzad desde ahora a ocuparos con cosas serias; el tiempo de las futilidades es siempre muy largo: es un tiempo perdido para vuestro progreso, que no debéis perder de vista un solo instante. Las cosas de la Tierra no son nada; apenas sirven para vuestra travesía hacia un otro estado, que será tanto más perfecto como mejor preparado estuviereis.
Vuestra abuela.
ALLAN KARDEC