del 23 de noviembre, un Espíritu se comunicó espontáneamente escribiendo lo siguiente:
Como deseo ante todo os ser agradable, os pregunto qué tema queréis que yo trate; si tenéis un asunto, preguntad. En fin, Señores, soy siempre vuestro devoto servidor,
–Al ser imprevista vuestra visita, no tenemos un tema preparado; por lo tanto, os rogamos que tengáis a bien tratar un asunto de vuestra elección; sea cual fuere, estaremos muy agradecidos.
–Tenéis razón; sí, porque yo, en particular, como Espíritu, y todos los otros en general, conocemos mejor vuestras necesidades y podemos auscultar mejor las comunicaciones, de lo que lo haríais vosotros mismos.
¿Qué voy a tratar? En medio de tantos temas interesantes, aún no lo he resuelto. Comencemos hablando de aquellos que desean ardientemente ser espíritas, pero que parecen retroceder ante lo que ellos piensan que es una apostasía; hablemos, pues, para los que retrocederían ante la idea de creer que están en contradicción con el Catolicismo. Escuchad bien: he dicho Catolicismo y no Cristianismo.
¿Teméis renegar la fe de vuestros antepasados? ¡Error! Vuestros antepasados –los primeros–, los que han fundado esta religión sublime en su origen, eran más espíritas que vosotros; ellos predicaban la misma doctrina que hoy se os enseña; y quien dice Espiritismo, como vuestra religión, dice: caridad, bondad, olvido y perdón de las injurias; como el Catolicismo, el Espiritismo os enseña la abnegación de sí mismo. Por lo tanto, conciencias timoratas, podéis reuniros y venir, sin escrúpulo, a sentaros a esta mesa y conversar con los seres que extrañáis. Como vuestros ancestrales, sed caritativos, buenos, compasivos, y todos tendréis el mismo lugar al final del camino; la balanza que pesará vuestras acciones tendrá los mismos pesos al final de la senda, y la obra el mismo valor. Venid sin miedo, os lo ruego; venid, mujeres graciosas, con el corazón lleno de ilusiones; venid aquí, y éstas serán reemplazadas por las realidades más bellas y más radiantes; venid, esposas de corazón duro, que sufrís en vuestra aridez, he aquí el agua que ablanda las piedras y que aplaca la sed. Venid, mujeres que amáis, que en toda vuestra vida anheláis la felicidad, que medís la profundidad de vuestro corazón y que os desesperáis por alcanzarla; venid, mujeres de ávida inteligencia, venid: aquí la ciencia fluye clara y pura; venid a beber en esta fuente que rejuvenece. Y vosotros, ancianos que os curváis, venid y habréis de reír ante toda esa juventud que os desdeña, porque para vosotros se abren las puertas del santuario; para vosotros el nacimiento va a recomenzar y traer la felicidad de vuestros primeros años; venid: y nosotros os haremos ver a los hermanos que os tienden los brazos y os esperan. Venid, pues, todos, porque para todos hay consuelos.
Como veis, me encuentro aquí de muy buen grado; será un placer estar a vuestra disposición.
Aprovechando la buena voluntad del Espíritu Alfred de Musset, le han sido dirigidas las siguientes preguntas:
1. ¿Cuál será la influencia de la poesía en el Espiritismo? –Resp. La poesía es el bálsamo que se aplica en las llagas; la poesía ha sido dada a los hombres como el maná celestial, y todos los poetas son médiums que Dios ha enviado a la Tierra para regenerar un poco a su pueblo y para no dejar que se embrutezcan enteramente; ¿pues qué hay de más bello, que hable más al alma que la poesía?
2. La pintura, la escultura, la arquitectura, la poesía han recibido a su turno la influencia de las ideas paganas y cristianas; ¿podéis decirnos si, después del arte pagano y del arte cristiano, habrá un día el arte espírita? –Resp. Hacéis una pregunta que se responde a sí misma; la oruga es la oruga, que se vuelve crisálida, para después transformarse en mariposa. ¿Qué hay de más etéreo y de más gracioso que una mariposa? ¡Pues bien! El arte pagano es la oruga; el arte cristiano es la crisálida; el arte espírita será la mariposa.
(Al respecto, léase en la página 366 el artículo sobre El arte pagano, el arte cristiano y el arte espírita.)
3. ¿Cuál es la influencia de la mujer en el siglo XIX?
Nota – Esta pregunta fue efectuada por un joven, ajeno a la Sociedad.
–Resp. ¡Ah, es el progreso! Y es un joven quien propone esta cuestión: ¡qué bueno! De mi parte sería bastante aficionado si dejase de responderle, y estoy seguro que todos aquí también desean escuchar.
¡La influencia de la mujer en el siglo XIX! ¿Creéis que ella haya esperado hasta esta época para que continuéis manejándola a vuestra voluntad, pobres y débiles hombres que sois? Si intentasteis rebajarla, fue porque le teníais miedo; si intentasteis sofocar su inteligencia, fue porque temíais su influencia. Sólo a su corazón no pudisteis ponerle diques; y como el corazón es el presente que Dios le ha dado en particular, el mismo continuó señor y soberano. Pero he aquí también que la mujer se transforma en mariposa: ella quiere salir de su crisálida; quiere reconquistar sus derechos divinos; como aquella, se lanza a la atmósfera y se diría que respira el aire en su justo valor. No penséis que yo las quiera convertir en eruditas, letradas, poetisas; no, pero yo quiero –quieren aquí, en el mundo que habito– que aquella que debe elevar a la Humanidad sea digna de su papel; queremos que aquella que debe formar a los hombres, comience a conocerse a sí misma y, para darles desde la más tierna edad el amor a lo bello, a lo grande, a lo justo, es necesario que ella tenga ese amor en un grado superior y que lo comprenda. Si el agente educador por excelencia es reducido al estado de nulidad, la sociedad tambalea: es lo que debéis comprender en el siglo XIX.