Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1860

Allan Kardec

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La morada de los elegidos
(Médium: Sra. de Desl...)

Tu pensamiento aún está absorbido por las cosas de la Tierra; si quieres escucharnos, es necesario olvidarlas. Tratemos de conversar acerca de lo Alto; que tu Espíritu se eleve hacia esas regiones, morada de los elegidos del Señor. Observa esos mundos que esperan a todos los mortales, cuyos lugares están marcados según el mérito que tengan. ¡Cuánta felicidad para aquel que se complace en las cosas santas, en las grandes enseñanzas dadas en el nombre de Dios! ¡Oh, hombres, cómo sois pequeños, comparados con los Espíritus liberados de la materia, que se ciernen en los espacios ocupados por la gloria del Señor! Felices aquellos que son llamados a habitar los mundos en donde la materia no es más que un nombre; en donde todo es etéreo y translúcido; en donde los pasos no se escuchan más. La música celestial es la única melodía que llega a los sentidos, ¡los cuales son tan perfectos que captan los mínimos sonidos, desde que éstos sean armoniosos! ¡Qué celeridad la de todos esos seres amados por Dios! ¡Cómo se desplazan con deleite por esas regiones de regocijo, que son sus moradas! Allí no hay discordias, ni envidia, ni odio; el amor se ha vuelto el lazo destinado a unir entre sí a todos los seres creados, y este amor que llena sus corazones sólo tiene como límite al propio Dios, que es la finalidad, y en el que se resumen la fe, el amor y la caridad.

Un amigo


(Otra comunicación, a través de la misma médium)

Tu olvido me afligía; no dejes más sin llamarme por tanto tiempo; me siento dispuesto a conversar contigo y a darte consejos. Guárdate de creer en todo lo que otros Espíritus podrían decirte: tal vez ellos te arrastren por un mal camino. Ante todo sé prudente, para que Dios no te saque la misión que te encargó de cumplir, es decir, la de ayudar a llevar al conocimiento de los hombres la revelación de la existencia de los Espíritus alrededor de ellos. No todos están en condiciones de apreciar y de comprender el alto alcance de estas cosas, cuyo conocimiento Dios aún no permite sino a los elegidos. Vendrá el día en que esta ciencia, llena de consuelos y de grandeza, será compartida por toda la Humanidad, donde ya no se encontrará más un incrédulo. Entonces, los hombres no podrán comprender cómo una verdad tan palpable haya podido ser puesta en duda un solo instante, por el más simple de los mortales. En verdad, te digo que no pasará medio siglo, antes que los ojos y los oídos de todos sean abiertos a esa gran verdad: que los Espíritus circulan en el espacio y ocupan los diferentes mundos, conforme su mérito a los ojos de Dios; que la verdadera vida está en la muerte, y que es necesario que el hombre sea rescatado varias veces, antes de obtener la vida eterna, a la que todos deberán llegar a través de más o menos siglos de sufrimientos, según hayan sido más o menos fieles a la voz del Señor.

Un amigo