El prisionero de Limoges
El siguiente hecho ha sido comunicado a la Sociedad por el Sr. Achille R..., uno de sus miembros, según una carta de uno de sus amigos de Limoges, fechada el 18 julio:
«Nuestra ciudad se ocupa en este momento con un hecho interesante para los espíritas, y que me adelanto en pasar al Sr. Kardec por vuestro intermedio. Yo mismo he recogido las informaciones más circunstanciadas junto a los testigos del hecho en cuestión, es decir, en la prisión donde está el héroe de la aventura en este instante.
«Un soldado del Regimiento de Infantería Nº 1, llamado Mallet, ha sido condenado a un mes de prisión por haber desviado la suma de tres francos que pertenecían a uno de sus camaradas. Su pena terminará en siete días. Este joven militar tenía un hermano de 19 años que murió hace aproximadamente ocho años –el cual era empleado–, y desde hace siete años que él ve, por lo menos cuatro noches a la semana, después de la medianoche, una gran llama en medio de la cual se destaca un pequeño cordero. Esta visión lo aterroriza, pero no se atreve a hablar de la misma; cuando estaba solo en su celda, se quedó aún más espantado, y suplicó al carcelero que le trajera compañeros. Así, fueron con él cuatro soldados del Regimiento de Cazadores a Caballo Nº 2. A la una de la madrugada, al haberse levantado Mallet, los cuatro testigos también vieron la llama y el cordero en el medio.
«Como os he dicho, esta aparición se repite frecuentemente; el pobre muchacho se queda tan afligido y tan desolado que llora y no se alimenta más. El médico jefe del regimiento quiso por sí mismo cerciorarse del hecho, pero no permaneció bastante tiempo, y la visión sólo tuvo lugar una hora y media después de su salida. Un abate de Saint-Michel, el Sr. F..., fue más afortunado al parecer, porque tomó nota sobre eso. Le haré una visita para preguntarle qué piensa al respecto.
«Pero esto no es todo. El carcelero me ha dicho que varias veces ha visto la puerta del calabozo abierta por la mañana, aunque en la víspera le hubiese echado el cerrojo cuidadosamente. Aconsejaron a Mallet para que interrogara al cordero, lo que hizo la noche pasada, y le han sido respondidas estas palabras, que escuché textualmente de su boca: Mandad rezar por mí un de profundisy misas; soy tu hermano; no volveré más. Tal es el relato exacto de los hechos; yo los entrego al Sr. Kardec para que él haga el uso que crea conveniente.»