Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1860

Allan Kardec

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Dictados espontáneos y disertaciones espíritas


Desarrollo de las ideas
A propósito de la evocación de Thilorier (médium: Sra. de Costel)

Voy a hablaros de la necesidad de reunir elementos diversos del Espíritu para formar un todo. Es una ilusión común el creer que una aptitud especial necesite solamente de un estudio especial para desarrollarse. No; el Espíritu humano, como un río, aumenta con todos sus afluentes. El hombre no debe aislarse en su trabajo, es decir, debe hacer brotar la fuerza de las ideas a través de los contrastes más opuestos. La originalidad es el contraste de las ideas madres; es una de las más raras superioridades; es sofocada desde la infancia por la absurda regla que rebaja a todos los Espíritus en el mismo nivel. Voy a explicar mi idea. Thilorier, que acaban de evocar, era un inventor apasionado, una inteligencia activa; pero él mismo se había limitado a la esfera de la invención, es decir, a una idea fija. Nunca se asomaba a la ventana para observar pasar las ideas de los otros; de esa manera, quedó prisionero de su propio cerebro; el genio fluctuaba a su alrededor, pero al encontrar todas las salidas cerradas, permitió que la locura –su hermana– penetrara e invadiese el lugar tan bien guarnecido. Y Thilorier, que podría haber dejado un nombre inmortal, vive solamente en el recuerdo de algunos científicos.

GEORGES (Espíritu familiar)
Máscaras humanas
(Médium: Sra. de Costel)

Os hablaré de la singular necesidad que tienen los mejores Espíritus en inmiscuirse siempre en las cosas que le son más extrañas; por ejemplo, un excelente comerciante no dudará un instante de su aptitud política, y el mayor diplomático tendrá amor propio al decidir las cosas más frívolas. Este defecto, común a todos y a todas, no tiene otro móvil sino el de la vanidad, y ésta solamente tiene necesidades ficticias; ante todo, la vanidad busca lo que es falso, ya sea para el cuerpo, para el Espíritu o para el propio corazón; ella vicia el instinto de lo bello y de lo verdadero; lleva a las mujeres a desnaturalizar su belleza; persuade a los hombres a buscar precisamente lo que es más perjudicial para ellos. Si los franceses y las francesas no tuviesen ese defecto, ellos serían los más inteligentes del mundo, y ellas las más seductoras Evas conocidas. Por lo tanto, no tengamos esta absurda debilidad; tengamos el coraje de ser nosotros mismos, de llevar el color de nuestro Espíritu, como el de nuestros cabellos. Pero los tronos se derrumbarán, las repúblicas se establecerán, antes que un francés ligero renuncie a sus pretensiones de gravedad, y que una francesa lo haga a sus pretensiones de firmeza. Es la máscara continua, en que cada uno viste la ropa de otra época, o incluso simplemente la de su vecino; es la máscara política, es la máscara religiosa, en que todos, arrastrados por el desvarío, os buscáis perdidamente, no encontrando en este tumulto ni vuestro punto de partida, ni vuestro objetivo.

DELPHINE DE GIRARDIN
El saber de los Espíritus
(Médium: Srta. Huet)

En el estudio del Espiritismo hay un error muy grave que se propaga cada día más y que casi se vuelve el móvil que hace que los otros vengan a nosotros: es el de creer que somos infalibles en nuestras respuestas; piensan que nosotros debemos saber todo, ver todo y prever todo. ¡Es un error, un gran error! Ciertamente, al no estar nuestra alma encerrada en un cuerpo material –como un pájaro en una jaula–, se lanza al espacio; los sentidos de esa alma se vuelven más aguzados, más desarrollados; observamos y escuchamos mejor, pero no podemos saber todo ni estar en todas partes, porque no tenemos el don de la ubicuidad; ¿qué diferencia, pues, habría entre nosotros y Dios, si nos fuese permitido conocer el futuro y anunciarlo con precisión? Esto es imposible. Ciertamemente sabemos más que los hombres; algunas veces podemos leer el pensamiento y el corazón de aquellos que nos hablan, pero ahí se detiene nuestra ciencia espírita. Por lo tanto, corregid la idea de interrogarnos únicamente para saber lo que sucede en tal o cual parte del globo, con relación a un descubrimiento material, comercial o para sed advertidos de lo que ocurrirá mañana, en los asuntos políticos e industriales. Os informaremos siempre sobre nuestro estado, acerca de nuestra existencia extracorpórea y sobre la bondad y la grandeza de Dios; en fin, acerca de todo lo que pueda servir para vuestra instrucción y para vuestra felicidad presente y futura, pero no nos preguntéis lo que no podemos o no debemos deciros.

CHANNING
Los orígenes
(Médium: Sra. de Costel)

En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios. Así enseña el Evangelio de san Juan; es decir, en el comienzo era el principio, y el principio era Dios, el Creador de todas las cosas, que no dudó ni en la formación del hombre ni en la del globo. Dios ha creado al hombre tal cual es hoy, dándole, al salir de Sus manos, el libre albedrío y el poder de progresar. Dios ha dicho al mar: No irás más lejos. Al contrario, Él ha dicho a los hombres al mostrales el Universo: Todo esto es vuestro; trabajad, desarrollad, descubrid los tesoros que están en germen sembrados en todas partes –en el aire, en las olas, en el seno de la tierra. Trabajad y amad; no dudéis de vuestro origen divino: él es directo; no sois fruto de una lenta progresión; no habéis pasado por la ramificación animal; sois positivamente hijos de Dios. Entonces, ¿de dónde viene el pecado? El pecado es creado por vuestras propias facultades, siendo lo opuesto y la exageración de las mismas.

No hubo un primer hombre, padre del género humano, así como no hubo un único sol para iluminar el Universo. Dios abrió su gran mano y, con la misma profusión, esparció la raza humana en los mundos, como las estrellas en los Cielos; Espíritus animados por Su soplo luego revelaron su existencia a los hombres, bien antes de los profetas que conocéis; otros enviados desconocidos comenzaron a cultivar las almas ignorantes de sí mismas. Los animales fueron creados al mismo tiempo que los hombres, siendo aquéllos dotados de instinto, pero no de inteligencia progresiva. De esta manera, los animales conservaron los tipos primitivos y, salvo su domesticación individual, son los mismos que en el tiempo de los patriarcas. Los cataclismos de los diluvios –porque no hubo uno solo, sino varios– hicieron desaparecer razas enteras de hombres y de animales; son consecuencias geológicas que todavía os amenazan.

Los hombres descubren, pero no inventan nada; así, las creencias mitológicas no eran meras ficciones, sino revelaciones de Espíritus inferiores; los sátiros y los faunos eran espíritus secundarios, que habitaban los bosques y los campos, como aún lo hacen hoy. Por entonces les era permitido manifestarse con más frecuencia a los ojos de los hombres, porque el materialismo no estaba depurado por el Cristianismo y por el conocimiento de un Dios único. El Cristo destruyó el imperio de los Espíritus inferiores, a fin de establecer el imperio del Espíritu sobre la Tierra. Esta es la verdad: os lo afirmo en el nombre de Dios todopoderoso.

LÁZARO
El futuro
(Médium: Sr. Coll.)

El Espiritismo es la ciencia de toda luz; ¡feliz la sociedad que lo ponga en práctica! Solamente entonces la edad de oro o, mejor dicho, la era del pensamiento celestial reinará entre vosotros. Y no creáis que por esto tendréis menos satisfacciones terrenas; muy por el contrario, todo será felicidad para vosotros, porque en ese tiempo la luz os hará ver la verdad bajo un aspecto más agradable; lo que los hombres enseñarán no será más esa Ciencia capciosa que os hace ver, bajo la máscara engañosa del bien general o de un bien próximo –en el cual, frecuentemente los propios que enseñan no tienen ninguna confianza–, la mentira y la codicia, el deseo de tener todo, en provecho de una secta, y a veces en provecho de uno solo. Ciertamente que los hombres no serán perfectos; pero entonces lo falso será tan restricto, los malos tendrán tan poca influencia, que ellos solamente se complacerán en minoría. En ese tiempo, los hombres comprenderán el trabajo y todos llegarán a la riqueza, porque no desearán lo superfluo, haciendo grandes obras en provecho de todos. El amor, esta palabra tan divina, no tendrá más la acepción impura que le dais; todo sentimiento personal desaparecerá ante esa enseñanza, que se encuentra en estas palabras del Cristo: Amaos los unos a los otros como a vosotros mismos.

Al llegar a esta creencia, todos seréis médiums; todos los vicios que degradan vuestra sociedad desaparecerán; todo se volverá luz y verdad. El egoísmo, este gusano que corroe y que retarda todo progreso, que sofoca todo sentimiento fraternal, no tendrá más acceso a vuestras almas; vuestras acciones no tendrán más por móvil la avaricia y la lujuria; amaréis a vuestra mujer porque ella tendrá el alma buena, y ella os amará porque verá en vosotros al hombre elegido por Dios para proteger su delicadeza; ambos os ayudaréis a soportar las pruebas terrenas y seréis los instrumentos consagrados a la propagación de seres destinados a mejorarse, a progresar, a fin de llegar a mundos mejores, donde a través de un trabajo aún más inteligente os elevaréis en dirección a nuestro Supremo Bienhechor.

¡Id, espíritas! Perseverad; haced el bien por el bien mismo; suavemente dejad a un lado a los escarnecedores; recordad que todo es armonía en la Naturaleza, que la armonía está en los mundos superiores y que, a pesar de lo que digan ciertos incrédulos, vosotros también tendréis vuestra armonía relativa.

SAN LUIS
La electricidad espiritual
(Médium: Sr. Didier Hijo)

El hombre es un ser muy singular y muy débil a la vez; es singular en el sentido de que, en medio de los fenómenos que lo rodean, no por eso deja de seguir su curso ordinario, espiritualmente hablando; débil en el sentido de que, después de haber visto y de haberse admirado, sonríe porque su vecino ha sonreído, y no piensa más en aquello. Y notad que no hablo aquí de seres vulgares, sin reflexión y sin instrucción; no, hablo de personas inteligentes y, en la mayoría, esclarecidas. ¿De dónde viene ese fenómeno? Porque, pensándolo bien, es un fenómeno moral. ¡Pues bien! El Espíritu comenzó a obrar sobre la materia a través del magnetismo y de la electricidad; luego entró en el propio corazón del hombre, ¡y el hombre no lo percibió! ¡Extraña ceguera! Ceguera que no ha sido producida por una causa extraña, sino voluntaria, oriunda del Espíritu; después vino el Espiritismo, que produjo una conmoción en el mundo, y el hombre publicó libros muy eruditos, alegando: Es una causa natural, es simplemente la electricidad, una ley física, etc.; y el hombre quedó satisfecho. Pero estad ciertos: el hombre tendrá que escribir muchos libros todavía, antes que pueda comprender lo que está escrito en el libro de la Naturaleza, el libro de Dios. La electricidad, esta sutileza entre el tiempo y lo que no es más tiempo, entre lo finito y lo infinito, no ha podido aún ser definida por el hombre; ¿por qué? Sabedlo: sólo podréis definirla a través del magnetismo, esa manifestación material del Espíritu. Solamente conocéis la electricidad material; más tarde, también conoceréis la electricidad espiritual, que no es otra sino la del reino eterno de la idea.

LAMENNAIS
Explicaciones sobre la comunicación precedente

1. ¿Tendríais la bondad de darnos algunas explicaciones sobre ciertos pasajes de vuestro último dictado, que nos parecen un poco confusos? –Resp. Lo que pueda hacer a tiempo, lo haré.

2. Decís: La electricidad, esta sutileza entre el tiempo y lo que no es más tiempo, entre lo finito y lo infinito; esta frase no nos parece muy clara; ¿tendríais la bondad de desarrollarla? –Resp. La explico de la siguiente manera, que es la más simple que puedo encontrar. Para vosotros el tiempo existe, ¿no es así? Para nosotros no existe. He definido la electricidad de este modo: esta sutileza entre el tiempo y lo que no es más tiempo, porque esa parte del tiempo de que antaño precisabais serviros para poder hablaros de un extremo al otro del mundo, esta porción del tiempo no existe más. Más tarde vendrá esta electricidad, que no será otra sino el pensamiento del hombre atravesando el espacio; en efecto, ¿no es ésta la imagen más llamativa entre lo finito y lo infinito, entre el pequeño medio y el grande medio? En una palabra, quiero decir que la electricidad suprime el tiempo.

3. Más adelante decís: Solamente conocéis la electricidad material; más tarde, también conoceréis la electricidad espiritual; ¿con esto entendéis los medios de comunicación de hombre a hombre por vía medianímica? –Resp. Sí, como medio de progreso; más tarde vendrá otra cosa. Dad aspiraciones al hombre: primero él comprende; después ve.