Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1860

Allan Kardec

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El duende familiar
(Médium: Sra. de Costel)

Nunca me he comunicado con vos y estoy muy feliz en aumentar vuestra pléyade literaria. Bien sabéis, vos que me habéis leído con tanto gusto, qué intuición yo tenía de aquello que llaman mundo fantástico. Frecuentemente solo, en las largas noches de invierno, estando en recogimiento alrededor de mi antigua chimenea, yo escuchaba el gemido de las notas lastimeras del viento. Mientras que mis ojos se distraían siguiendo vagamente los dibujos inflamados del fuego, por cierto el duende doméstico conversaba conmigo, y entonces yo no inventaba a Trilby: repetía lo que él había susurrado a mis oídos atentos. ¡Qué cosa encantadora sentir que esos huéspedes invisibles viven a nuestro alrededor! Con éstos, nada de misterios: ellos os aman –a pesar vuestro– y os conocen mejor que vosotros mismos. En mi vida literaria, en mi vida de hombre, debo a esos amigos invisibles mis mejores éxitos y mis mayores consuelos. Ahora es mi turno de susurrar a los oídos amigos las cosas que el corazón intuye y no repite. Estimada médium, quiero deciros que a menudo tendré el dulce privilegio de conversar con vos.

Charles Nodier

ALLAN KARDEC