Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1860

Allan Kardec

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La electricidad espiritual
(Médium: Sr. Didier Hijo)

El hombre es un ser muy singular y muy débil a la vez; es singular en el sentido de que, en medio de los fenómenos que lo rodean, no por eso deja de seguir su curso ordinario, espiritualmente hablando; débil en el sentido de que, después de haber visto y de haberse admirado, sonríe porque su vecino ha sonreído, y no piensa más en aquello. Y notad que no hablo aquí de seres vulgares, sin reflexión y sin instrucción; no, hablo de personas inteligentes y, en la mayoría, esclarecidas. ¿De dónde viene ese fenómeno? Porque, pensándolo bien, es un fenómeno moral. ¡Pues bien! El Espíritu comenzó a obrar sobre la materia a través del magnetismo y de la electricidad; luego entró en el propio corazón del hombre, ¡y el hombre no lo percibió! ¡Extraña ceguera! Ceguera que no ha sido producida por una causa extraña, sino voluntaria, oriunda del Espíritu; después vino el Espiritismo, que produjo una conmoción en el mundo, y el hombre publicó libros muy eruditos, alegando: Es una causa natural, es simplemente la electricidad, una ley física, etc.; y el hombre quedó satisfecho. Pero estad ciertos: el hombre tendrá que escribir muchos libros todavía, antes que pueda comprender lo que está escrito en el libro de la Naturaleza, el libro de Dios. La electricidad, esta sutileza entre el tiempo y lo que no es más tiempo, entre lo finito y lo infinito, no ha podido aún ser definida por el hombre; ¿por qué? Sabedlo: sólo podréis definirla a través del magnetismo, esa manifestación material del Espíritu. Solamente conocéis la electricidad material; más tarde, también conoceréis la electricidad espiritual, que no es otra sino la del reino eterno de la idea.

LAMENNAIS