Historia de un condenado
(Sociedad, 9 de diciembre de 1859 – Primera sesión)
El Sr. de la Roche, miembro titular, comunica el siguiente hecho que es de su conocimiento personal:
En una pequeña casa cerca de Castelnaudary ocurrían ruidos extraños y diversas manifestaciones, lo que hacía que fuese considerada como siendo frecuentada por algún genio malo. A raíz de este hecho fue exorcizada en 1848 y en ella pusieron un gran número de imágenes de santos. Desde entonces, el Sr. D..., queriendo vivir en aquella casa, le hizo algunos arreglos y además retiró todos esos cuadros. Hace algunos años él murió súbitamente. Su hijo, que la ocupa en este momento o por lo menos la ocupaba hasta hace poco tiempo, recibió un día –al entrar en un cuarto– una fuerte bofetada dada por una mano invisible; como él estaba completamente solo, no pudo dudar que la misma provino de una fuente oculta. Ahora no quiere más permanecer allá y se va a mudar definitivamente. En la región hay una tradición según la cual un gran crimen habría sido cometido en esa casa.
Al ser interrogado sobre la posibilidad de evocar al autor de la bofetada, san Luis respondió afirmativamente.
El Espíritu llamado se manifiesta a través de signos de violencia; el médium es tomado por una extrema agitación, quebrando siete u ocho lápices, algunos de los cuales son arrojados contra los asistentes, siendo que una página es rasgada y cubierta por trazos insignificantes realizados con cólera. Todos los esfuerzos para calmarlo son impotentes; al ser apremiado a que responda las preguntas que le son dirigidas, él escribe con la mayor dificultad un no casi indescifrable.
1. (A san Luis.) ¿Tendríais la bondad de darnos algunas informaciones sobre este Espíritu, ya que él no puede o no quiere darlas por sí mismo? –Resp. Es un Espíritu de la peor especie, un verdadero monstruo; lo hemos hecho venir, pero no hemos podido constreñirlo a que escribiera, a pesar de todo lo que se le ha dicho; él tiene su libre albedrío, pero infelizmente hace un triste uso del mismo.
2. ¿Hace mucho tiempo que desencarnó? –Resp. Buscad vuestras informaciones: ha sido él quien ha cometido el crimen cuya leyenda existe en la región.
3. ¿Quién era cuando estaba encarnado? –Resp. Lo sabréis por vosotros mismos.
4. ¿Es él, por lo tanto, que está frecuentando esa casa ahora? –Resp. Sin duda, puesto que fue así que yo hice que llamara vuestra atención.
5. ¿Entonces los exorcismos que fueron hechos no pudieron expulsarlo? –Resp. De modo alguno.
6. ¿Él tiene algo que ver con la muerte súbita del Sr. D...? –Resp. Sí.
7. ¿De qué manera hubo podido contribuir con esta muerte? –Resp. Por el pavor.
8. ¿Ha sido él quien le ha dado una bofetada al Sr. D... Hijo? –Resp. Sí.
9. ¿Podría aquí haber dado otra a cualquiera de nosotros? –Resp. Pero sin duda; deseo no le faltaba.
10. ¿Por qué no lo ha hecho? –Resp. No le ha sido permitido.
11. ¿Habría un medio de desalojarlo de aquella casa? ¿Y cuál sería? –Resp. Si las personas quieren desembarazarse de las obsesiones de semejantes Espíritus, esto es fácil: hay que orar por ellos; es lo que siempre descuidan de hacer. Prefieren asustarlos con fórmulas de exorcismo, que los divierten mucho.
12. Al dar a las personas interesadas la idea de orar por este Espíritu, y orando nosotros mismos por él, ¿sería posible desalojarlo? –Resp. Sí; pero notad que he dicho orar, y no mandar orar.
13. Este Espíritu ¿es susceptible de mejoramiento? –Resp. ¿Por qué no? ¿No lo son todos, éste como los otros? Sin embargo, es preciso enfrentar dificultades; pero por más perverso que él sea, el hecho de devolver el bien por el mal terminará por tocarlo. Que primeramente se ore y que se lo evoque dentro de un mes; así podréis juzgar el cambio que se habrá operado en él.
14. Este Espíritu sufre y es infeliz; ¿podéis describirnos el género de sufrimientos que padece? –Resp. Él está convencido de que debe permanecer eternamente en la situación en que se encuentra. Se ve constantemente en el momento en que cometió el crimen: cualquier otro recuerdo le ha sido retirado, y toda comunicación con otro Espíritu le ha sido impedida; en la Tierra sólo puede estar en aquella casa, y si se eleva en el espacio, se encuentra en las tinieblas y en la soledad.
15. ¿De dónde provenía antes de su última encarnación? ¿A qué raza pertenecía? –Resp. Había tenido una existencia entre los pueblos primitivos más feroces y más salvajes, y anteriormente venía de un planeta inferior a la Tierra.
16. Si este Espíritu reencarnase, ¿en qué categoría de individuos habría de encontrarse? –Resp. Esto dependerá de él y del arrepentimiento que sienta.
17. En su próxima existencia corporal, ¿podría ser lo que se llama un hombre honrado? –Resp. Eso sería difícil; a pesar de lo que haga, no podrá evitar una vida bastante tormentosa.
Nota – La Sra. X..., médium vidente que asistía a la sesión, vio a este Espíritu en el momento en que se quería hacerlo escribir: sacudía el brazo del médium; su aspecto era aterrador; estaba vestido con una camisa cubierta de sangre y tenía un puñal.
El Sr. F... y la Sra. de F..., que asistían a esta sesión como oyentes, no siendo aún socios –como ahora lo son–, desde esa misma noche llevaron a cabo la recomendación hecha en favor de ese Espíritu infeliz y oraron por él. Ellos han obtenido varias comunicaciones de él, así como de sus víctimas. Nosotros las relataremos en el orden en que fueron recibidas, junto a las que fueron obtenidas en la Sociedad sobre el mismo tema. Además del interés que se tiene por esta dramática historia, resalta una enseñanza que a nadie escapará.
(Segunda sesión – En casa del Sr. F...)
18. (Al Espíritu familiar.) ¿Puedes decirnos algo acerca del Espíritu de Castelnaudary? –Resp. Evócalo.
19. ¿Será malo? –Resp. Tú lo verás.
20. ¿Qué es preciso hacer? –Resp. No le hables si no tienes nada que decirle.
21. Si le hablásemos para compartir sus penas, ¿esto le hará bien? –Resp. La compasión siempre hace bien a los infelices.
22. Evocación del Espíritu de Castelnaudary. –Resp. ¿Qué quieren de mí?
23. Nosotros te hemos llamado con el objetivo de que seamos útiles para ti. –Resp. ¡Oh! Vuestra piedad me hace bien, porque yo sufro... ¡Oh, cuánto sufro!... ¡Que Dios tenga piedad de mí!... ¡Perdón!... ¡Perdón!
24. ¿Nuestras oraciones te serán benéficas? –Resp. Sí; orad, orad.
25. ¡Pues bien! Oraremos por ti. –Resp. ¡Gracias! Al menos tú no me maldices.
26. ¿Por qué no has querido escribir en la Sociedad cuando te llamaron? –Resp. ¡Oh, maldición!
27. ¿Maldición para quién? –Resp. Para mí, que expío muy cruelmente los crímenes en los cuales mi voluntad no tuvo sino una pequeña parte.
Nota – Al decir que su voluntad no tuvo sino una pequeña parte en sus crímenes, él quiere atenuarlos, como se supo más tarde.
28. Si te arrepientes, ¿serás perdonado? –Resp. ¡Oh, jamás!
29. No te desesperes. –Resp. El sufrimiento eterno: tal es mi destino.
30. ¿Cuál es tu sufrimiento? –Resp. Lo que hay de más horrible; no lo puedes comprender.
31. ¿Han orado por ti desde ayer a la noche? –Resp. Sí; pero sufro aún más.
32. ¿Cómo se explica esto? –Resp. ¡Yo no sé!
Nota – Esta circunstancia será explicada más tarde.
33. ¿Se debe hacer algo con relación a la casa donde te has instalado? –Resp. ¡No, no! No me habléis de eso... ¡Perdón, Dios mío! Ya sufrí bastante.
34. ¿Tienes que permanecer allí? –Resp. Estoy condenado a esto.
35. ¿Será para que tengas constantemente tus crímenes a la vista? –Resp. Eso es.
36. No te desesperes; todo puede ser perdonado con el arrepentimiento. –Resp. No hay perdón para Caín.
37. ¿Entonces mataste a tu hermano? –Resp. Todos somos hermanos.
38. ¿Por qué quisiste hacer mal al Sr. D...? –Resp. ¡Basta, por favor, basta!
39. ¡Pues bien! Adiós; ¡ten confianza en la Misericordia Divina! –Resp. Orad.
(Tercera sesión)
40. Evocación. –Resp. Estoy con vosotros.
41. ¿Comienzas a tener esperanza? –Resp. Sí, mi arrepentimiento es grande.
42. ¿Cuál era tu nombre? –Resp. Lo sabréis más tarde.
43. ¿Hace cuántos años sufres? –Resp. Hace 200 años.
44. ¿En qué época cometiste el crimen? –Resp. En 1608.
45. ¿Puedes repetir las fechas para que nosotros las confirmemos? –Resp. Es inútil; una vez es suficiente. Adiós, os hablaré mañana; una fuerza me llama.
(Cuarta sesión)
46. Evocación. –Resp. Gracias, Hugo (nombre de bautismo del Sr. F...).
47. ¿Quieres hablarnos de lo que ha ocurrido en Castelnaudary? –Resp. No; me hacéis sufrir cuando habláis de esto; no es generoso de vuestra parte.
48. Sabes muy bien que si hablamos de esto es con el objetivo de poder esclarecer tu posición y no de agravarla; así, habla sin miedo. ¿Cómo te dejaste llevar a cometer ese crimen? –Resp. Un momento de desvarío.
49. ¿Hubo premeditación? –Resp. No.
50. Ésto no puede ser verdad. Tus sufrimientos prueban que eres más culpable de lo que dices. Sabes que sólo por el arrepentimiento podrás aliviar tu destino y no por la mentira. ¡Vamos! Sé franco. –Resp. ¡Pues bien! Ya que es necesario, sí.
51. ¿Ha sido un hombre o una mujer que has matado? –Resp. Un hombre.
52. ¿Cómo has causado la muerte del Sr. D...? –Resp. Le aparecí visiblemente, y yo estaba tan horrible que la simple visión de mí lo mató.
53. ¿Lo hiciste a propósito? –Resp. Sí.
54. ¿Por qué? –Resp. Él quiso desafiarme, y yo haría aún más si me volviese a tentar.
55. Si yo fuese a vivir a aquella casa, ¿me harías mal? –Resp. ¡Oh! Ciertamente que no; tú tienes piedad de mí y me deseas el bien.
56. El Sr. D... ¿murió instantáneamente? –Resp. No; fue tomado de pavor, pero solamente murió dos horas después.
57. ¿Por qué te limitaste a dar una bofetada al Sr. D... Hijo? –Resp. Sería demasiado haber matado a dos hombres.
Quinta sesión (Sociedad, 16 de diciembre de 1859)
58. Preguntas dirigidas a san Luis. El Espíritu que se ha comunicado con el Sr. y con la Sra. de F..., ¿es realmente el de Castelnaudary? –Resp. Sí.
59. ¿Cómo se explica que haya podido comunicarse con ellos tan prontamente? –Resp. Él ignoraba aún a la Sociedad; él no se había arrepentido: el arrepentimiento es todo.
60. ¿Son exactas las informaciones que ha dado sobre su crimen? –Resp. Cabe a vosotros cercioraros de esto y pedirle después explicaciones al respecto.
61. Él dice que el crimen fue cometido en 1608 y que murió en 1659; por lo tanto, ¿hace 200 años que se encuentra en ese estado? –Resp. Esto os será explicado más tarde.
62. ¿Tendríais la bondad de describirnos el género de su suplicio? –Resp. Es atroz para él; como sabéis, ha sido condenado a permanecer en la casa donde el crimen fue cometido, sin poder dirigir su pensamiento a otra cosa sino a su crimen, que siempre está ante sus ojos, y él cree que se encuentra eternamente condenado a esta tortura.
63. ¿Está sumergido en la oscuridad? –Resp. En la oscuridad, cuando quiere alejarse de ese lugar de exilio.
64. ¿Cuál es el género de sufrimiento más terrible que un Espíritu puede experimentar en este caso? –Resp. No hay descripción posible de las torturas morales que son la punición de ciertos crímenes; incluso aquel que las experimenta tendría dificultad en daros una idea; pero la más horrible es la certeza de creer que está condenado sin remisión.
65. Hace dos siglos que se encuentra en esa situación; ¿él aprecia el tiempo como lo hacía cuando estaba encarnado, es decir, el tiempo le parece más o menos largo como cuando se encontraba en la Tierra? –Resp. Le parece más largo: el sueño no existe para él.
66. Se nos ha dicho que, para los Espíritus, el tiempo no existía, y que para ellos un siglo es un punto en la eternidad; ¿no es, pues, lo mismo para todos? –Resp. Ciertamente que no; solamente es así para los Espíritus que han llegado a un grado muy elevado de evolución; pero para los Espíritus inferiores el tiempo es algunas veces bien largo, sobre todo cuando sufren.
67. Este Espíritu es punido muy severamente por el crimen que ha cometido; ahora bien, nos habéis dicho que antes de esta última existencia él había estado entre los pueblos primitivos más bárbaros. Allí debe haber cometido, por lo menos, actos tan atroces como el último; ¿ha sido punido de la misma manera? –Resp. Fue menos punido, porque, siendo más ignorante, comprendía menos el alcance.
Nota – Todas las observaciones confirman este hecho, que está eminentemente de acuerdo con la justicia de Dios, de que las penas son proporcionales, no a la naturaleza de la falta y sí al grado de inteligencia del culpable y a su posibilidad de comprender el mal que hace. Así, una falta, menos grave en apariencia, podrá ser más severamente punida en un hombre civilizado, que un acto de barbarie en un salvaje.
68. El estado en que se encuentra este Espíritu, ¿es el de los seres llamados vulgarmente de condenados? –Resp. Absolutamente; hay otros aún más terribles. Los sufrimientos están lejos de ser los mismos para todos, inclusive para crímenes similares, porque varían según sea el culpable más o menos accesible al arrepentimiento. Para éste, la casa donde ha cometido el crimen es su infierno; otros lo llevan en sí mismos, a través de las pasiones que los atormentan y que no pueden aplacar.
Nota – En efecto, hemos visto a avaros que sufrían con la visión del oro que, para ellos, se había vuelto una verdadera quimera; a orgullosos, atormentados por la envidia de los honores que veían rendir a otros y que no eran para ellos; a hombres que habían mandado en la Tierra, humillados por el poder invisible que los constreñía a obedecer y por la visión de sus subordinados que no se curvaban más ante ellos; a ateos que padecían las angustias de la incertidumbre y que estaban en un aislamiento absoluto en medio de la inmensidad, sin encontrar a ningún ser que los pudiese esclarecer. Si en el mundo de los Espíritus hay alegrías para todas las virtudes, hay penas para todas las faltas, y las que no son alcanzadas por la ley de los hombres, lo son siempre por la ley de Dios.
69. A pesar de su inferioridad, este Espíritu siente los buenos efectos de la oración; hemos visto lo mismo por parte de otros Espíritus igualmente perversos y de naturaleza más bruta; ¿cómo se explica que Espíritus más esclarecidos, de una inteligencia más desarrollada, muestren una ausencia completa de buenos sentimentos; que se rían de todo lo que hay de más sagrado; en una palabra, que nada los conmueva y que no den la menor tregua a su cinismo? –Resp. La oración sólo tiene efecto en favor del Espíritu que se arrepiente; aquel que, llevado por el orgullo, se rebela contra Dios y persiste en sus desvaríos, incluso exagerándolos, como hacen los Espíritus infelices, sobre éstos la oración no puede ni podrá hacer nada, sino el día en que una luz de arrepentimiento se manifieste en los mismos. La ineficacia de la oración es también un castigo para ellos; ella sólo alivia a los que no están totalmente endurecidos.
70. Cuando vemos a un Espíritu que se vuelve inaccesible a los buenos efectos de la oración, ¿esta es una razón para abstenerse de orar por él? –Resp. Ciertamente que no, porque tarde o temprano la plegaria podrá triunfar de su endurecimiento y hacer conque germinen en él pensamientos saludables.
(Sexta sesión – En casa del Sr. F...)
71. Evocación. –Resp. Estoy aquí.
72. ¿Puedes entonces dejar ahora la casa de Castelnaudary cuando quieras? –Resp. Me lo permiten porque aprovecho vuestros buenos consejos.
73. ¿Sientes algún alivio? –Resp. Comienzo a tener esperanza.
74. Si pudiésemos verte, ¿con qué apariencia te veríamos? –Resp. Me veríais de camisa y sin puñal.
75. ¿Por qué no tendrías más tu puñal? ¿Qué has hecho de él? –Resp. Lo maldigo. Dios ha evitado que yo tenga la visión del mismo.
76. Si el Sr. D... Hijo volviese a la casa, ¿aún le harías mal? –Resp. No, porque estoy arrepentido.
77. ¿Y si él todavía quisiera desafiarte? –Resp. ¡Oh! No me preguntéis eso; no podría dominarme; esto sería superior a mis fuerzas... porque no soy más que un miserable.
78. Las oraciones del Sr. D... Hijo, ¿serían más benéficas para ti que las de otras personas? –Resp. Sí, porque fue a él que hice un mal mayor.
79. ¡Pues bien! Continuaremos haciendo por ti lo que podamos. –Resp. Gracias; por lo menos encontré en vosotros a almas caritativas. Adiós.
(Séptima sesión)
80. Evocación del hombre asesinado. –Resp. Estoy aquí.
81. ¿Qué nombre teníais cuando estabais encarnado? –Resp. Yo me llamaba Pierre Dupont.
82. ¿Cuál era vuestra profesión? –Resp. Era salchichero en Castelnaudary, donde fui asesinado el 6 de mayo de 1608 por mi hermano mayor Charles Dupont, en medio de la noche con un puñal.
83. ¿Cuál ha sido la causa de ese crimen? –Resp. Mi hermano creyó que yo quería conquistar a una mujer que él amaba, y que yo veía con bastante frecuencia; pero él estaba equivocado, porque yo nunca había pensado en eso.
84. ¿Cómo él os mató? –Resp. Yo dormía; me hirió en la garganta y después en el corazón. Al herirme, me despertó; quise luchar, pero sucumbí.
85. ¿Lo habéis perdonado? –Resp. Sí, desde el momento de su muerte, hace 200 años.
86. ¿A qué edad él murió? –Resp. Con 80 años.
87. ¿Entonces no ha sido punido cuando encarnado? –Resp. No.
88. ¿Quién fue acusado de vuestra muerte? –Resp. Nadie; en aquellos tiempos de confusión se prestaba poca atención a esas cosas; el caso no habría tenido ningún proseguimiento.
89. ¿Qué sucedió con la mujer? –Resp. Poco después ella fue asesinada por mi hermano en mi casa.
90. ¿Por qué la asesinó? –Resp. Amor engañado; él se había casado con ella antes de mi muerte.
(Octava sesión)
91. ¿Por qué él no habla del asesinato de esta mujer? –Resp. Porque el mío es el peor para él.
92. Evocación de la mujer asesinada. –Resp. Estoy aquí.
93. ¿Cómo os llamabais cuando encarnada? –Resp. Marguerite Aeder de Dupont.
94. ¿Cuánto tiempo estuvisteis casada? –Resp. Cinco años.
95. Pierre nos ha dicho que su hermano creía que entre vosotros dos había relaciones criminales; ¿esto es verdadero? –Resp. Ninguna relación criminal existía entre Pierre y yo; no creáis en eso.
96. Tras la muerte de Pierre, ¿cuánto tiempo después Charles os asesinó? –Resp. Dos años después.
97. ¿Qué motivo lo llevó a esto? –Resp. Los celos y el deseo de quedarse con mi dinero.
98. ¿Podéis relatar las circunstancias del crimen? –Resp. Él me agarró y me hirió en la cabeza con su cuchillo de salchichero, en la tienda de trabajo.
99. ¿Cómo se explica que no haya sido perseguido? –Resp. ¿Para qué? Todo era desorden en aquellos tiempos de infortunio.
100. ¿Tenían fundamento los celos de Charles? –Resp. Sí, pero esto no lo autorizaba a cometer semejante crimen, porque en este mundo somos todos pecadores.
101. ¿Hacía cuántos años que estabais casada, por ocasión de la muerte de Pierre? –Resp. Hacía tres años.
102. ¿Podéis dar con precisión la fecha de vuestra muerte? –Resp. Sí, el 3 de mayo del año 1610.
103. ¿Qué se ha pensado de la muerte de Pierre? –Resp. Se ha hecho creer que algunos asesinos quisieron robar.
Nota – Sea cual fuere la autenticidad de estos relatos, que parecen difíciles de ser sometidos a un control, hay un hecho notable: la precisión y la concordancia de las fechas y de todos los acontecimientos. Por sí misma, esta circunstancia ya es un curioso objeto de estudio, si consideramos que esos tres Espíritus, llamados en diversos intervalos, no se contradicen en nada. Lo que parecería confirmar sus palabras, es que el principal culpable en este asunto, evocado por otro médium, ha dado respuestas idénticas.
(Novena sesión)
104. Evocación del Sr. D... –Resp. Estoy aquí.
105. Deseamos que nos deis algunos detalles sobre las circunstancias de vuestra muerte; ¿consentiríais en darlos? –Resp. De buen grado.
106. ¿Sabíais que la casa en que vivíais era frecuentada por un Espíritu? –Resp. Sí; pero quise desafiarlo y me equivoqué en hacerlo; hubiera sido mejor que yo orase por él.
Nota – Con esto se observa que los medios que generalmente se emplean para desembarazarse de los Espíritus inoportunos no son los más eficaces. Las amenazas, en vez de asustarlos, los incitan más. La benevolencia y la conmiseración tienen más influencia que el empleo de medios coercitivos que los irritan, o de las fórmulas de que se ríen.
107. ¿Cómo os apareció ese Espíritu? –Resp. Cuando entré a la casa, él se hizo visible y me miró fijamente: no pude escapar; fui tomado de pavor y expiré bajo la mirada terrible de este Espíritu, que yo había despreciado y para el cual me había mostrado tan poco caritativo.
108. ¿No pudisteis pedir socorro? –Resp. Imposible; mi hora había llegado, y era así que yo debía morir.
109. ¿Qué apariencia tenía él? –Resp. De alguien furioso dispuesto a devorarme.
110. ¿Sufristeis al morir? –Resp. Horriblemente.
111. ¿Habéis muerto súbitamente? –Resp. No, dos horas después.
112. ¿Qué reflexiones hacíais al sentir que estabais muriendo? –Resp. No pude reflexionar; fui tomado de un terror indescriptible.
113. ¿La aparición quedó visible hasta el fin? –Resp. Sí, no dejó ni un instante a mi pobre Espíritu.
114. Cuando os desprendisteis en Espíritu, ¿percibisteis la causa de vuestra muerte? –Resp. No, todo estaba terminado; solamente más tarde lo comprendí.
115. ¿Podéis indicar la fecha de vuestra muerte? –Resp. Sí, el 9 de agosto de 1853. (Esta fecha precisa no ha podido aún ser verificada; pero es prácticamente exacta.)
Décima sesión (Sociedad, 13 de enero de 1860)
Cuando este Espíritu fue evocado el 9 de diciembre, san Luis aconsejó a llamarlo nuevamente dentro de un mes, a fin de observar el progreso que pudiese haber hecho en ese intervalo. Esto ya pudo ser apreciado por las comunicaciones del Sr. y de la Sra. de F..., sobre el cambio que se ha operado en sus ideas, gracias a la influencia de las oraciones y de los buenos consejos. Transcurrido más de un mes desde su primera evocación, el 13 de enero él fue llamado de nuevo en la Sociedad.
116. Evocación. –Resp. Estoy aquí.
117. ¿Os recordáis de haber sido llamado entre nosotros hace alrededor de un mes? –Resp. ¿Cómo podría olvidarlo?
118. ¿Por qué no pudisteis escribir en aquel momento? –Resp. No quise hacerlo.
119. ¿Por qué no quisisteis? –Resp. Por ignorancia y embrutecimiento.
120. ¿Han cambiado vuestras ideas desde entonces? –Resp. Mucho; varios de entre vosotros han sido compasivos y han orado por mí.
121. ¿Confírmáis todas las informaciones que han sido dadas, tanto por vos como por vuestras víctimas? –Resp. Si yo no las confirmara, sería admitir que no las he dado, y he sido yo mismo quien las dio.
122. ¿Vislumbráis el fin de vuestras penas? –Resp. ¡Oh! Aún no; saber que las mismas no durarán para siempre, ya es mucho más de lo que merezco, gracias a vuestra intercesión.
123. ¿Podríais describirnos la situación en la que estabais antes de nuestra primera evocación? Comprended que os pedimos esto para nuestra instrucción, y no por un motivo de curiosidad. –Resp. Os he dicho que yo no tenía conciencia de nada, en el mundo, sino de mi crimen, y que sólo podía dejar la casa donde lo había cometido para elevarme en el espacio, donde a mi alrededor era todo soledad y oscuridad; no podría daros una idea de lo que es esto, porque nunca lo he comprendido. Desde el momento en que me elevaba en el aire, todo era negro y vacío; no sé lo que era. Hoy siento mucho más remordimiento, pero –como os lo prueban las comunicaciones– no soy más constreñido a permanecer en aquella casa fatal; tengo permiso de recorrer la Tierra y de buscar esclarecerme por mis observaciones. Mas ahora comprendo mejor la enormidad de mis atrocidades; y si por un lado sufro menos, por el otro mis torturas aumentan por el remordimiento; pero al menos tengo esperanza.
124. Si tuvieseis que retomar una existencia corporal, ¿cuál elegiríais? –Resp. Aún no he visto lo suficiente, ni he reflexionado bastante para saberlo.
125. ¿Reencontráis a vuestras víctimas? –Resp. ¡Oh! ¡Dios me guarde de eso!
Nota – Siempre fue dicho que la visión de las víctimas es uno de los castigos de los culpables. Éste aún no las ha visto, porque estaba en el aislamiento y en las tinieblas: era un castigo; pero él teme esa visión, y tal vez ahí esté el complemento de su suplicio.
126. Durante vuestro largo aislamiento, y se puede decir vuestro cautiverio, ¿habéis tenido remordimientos? –Resp. En absoluto, y es por esto que sufrí tanto; fue solamente cuando comencé a sentirlos que, sin yo saberlo, fueron provocadas las circunstancias que llevaron a mi evocación, a la cual debo el comienzo de mi liberación. Gracias a vos, por lo tanto, que tuvisteis piedad de mí y que me habéis esclarecido.
Nota – Esta evocación, pues, de ninguna manera ha sido un hecho fortuito; como debía ser útil a este desdichado, los Espíritus que velaban por él, al ver que comenzaba a comprender la enormidad de sus crímenes, juzgaron que había llegado el momento de darle un socorro eficaz, y entonces prepararon las circunstancias propicias. Es un hecho que hemos visto producirse muchas veces.
Al respecto, se ha preguntado qué habría sido de él si no hubiese podido ser evocado, así como de todos los Espíritus en sufrimiento que tampoco fueron evocados o en los cuales no se piensa. A esto fue respondido que los caminos de Dios, para la salvación de sus criaturas, son innumerables; la evocación puede ser un medio para asistirlos, pero ciertamente no es el único, y Dios no deja a nadie en el olvido. Además, las oraciones colectivas también deben tener su influencia en los Espíritus que son accesibles al arrepentimiento.