Progreso de los Espíritus (Médium: Sra. de Costel)
Los Espíritus pueden progresar intelectualmente, si lo quieren con sinceridad y con firmeza; ellos tienen –como los hombres– su libre albedrío, y el estado errante no impide el ejercicio de sus facultades; incluso los ayuda, dándoles los medios de observación de los que pueden sacar provecho.
Los Espíritus malos no están fatalmente condenados a permanecer como tales; pueden mejorarse, pero raramente lo quieren, porque les falta el discernimiento y encuentran una especie de placer enfermizo en el mal que practican. Para que ellos vuelvan al bien, es preciso que sean violentamente sacudidos y punidos, porque sus cerebros tenebrosos sólo se esclarecen a través del castigo.
Los Espíritus débiles que no hacen el mal por placer, pero que no progresan, son retenidos por su propia debilidad y por una especie de entorpecimiento que paraliza sus facultades; ellos van sin saber adónde; pasa el tiempo sin que tengan noción del mismo; se interesan poco por lo que ven y no sacan provecho de eso o se rebelan. Es necesario que hayan llegado a un cierto grado de adelanto moral para que puedan progresar en el estado de erraticidad; también esos pobres Espíritus eligen frecuentemente muy mal sus pruebas; sobre todo, buscan estar lo mejor posible en su vida carnal, sin preocuparse mucho con lo que serán después. Estos Espíritus débiles desean ardientemente la reencarnación, no para depurarse, sino para continuar en los goces materiales. Los seres que han hecho muchas emigraciones son más experimentados que los otros; cada una de sus existencias les ha dado una suma más considerable de conocimientos: los han visto y los han guardado; ellos son menos ingenuos que los que se encuentran más cerca de su punto de partida.
Los Espíritus provenientes de la Tierra se reencarnan con más frecuencia en la misma que en otros lugares, porque la experiencia adquirida allí es más aplicable. Ellos casi no visitan los otros mundos, sino antes o después de su perfeccionamiento. En cada planeta las condiciones de existencia son diferentes, porque Dios es inagotable en la variedad de sus obras; entretanto, los seres que los habitan obedecen a las mismas leyes de expiación, y tienden todos hacia el mismo objetivo de completa perfección.
GEORGES