Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1860

Allan Kardec

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Scarron
(Médium: Srta. Huet)

Amigos míos: he sido muy infeliz en la Tierra, porque mi Espíritu era igual y a veces superior al de las personas que me rodeaban; pero mi cuerpo era inferior. Así, mi corazón estaba dolorido por los sufrimientos morales y por los males físicos que dejaron mi envoltura terrena en un estado lamentable y miserable. Mi carácter se amargó con las enfermedades y las contrariedades que sentía en las conversaciones con mis amigos. Me dejé llevar por la más agresiva malignidad; yo era alegre y aparentaba no tener pesares; sin embargo, sufría mucho en el fondo del corazón, y cuando estaba solo, inmerso en los secretos pensamientos de mi alma, me quejaba por encontrarme en lucha entre el bien y el mal. El día más lindo de mi existencia fue aquel en que mi Espíritu se separó del cuerpo; en que, leve e iluminado por un rayo divino, se lanzó hacia las esferas celestiales. Parecía que yo había nacido nuevamente, y la felicidad se apoderó de mi ser: ¡en fin, yo reposaba!

Más tarde mi conciencia despertó; reconocí mis errores para con el Creador; sentí remordimiento e imploré piedad al Todopoderoso. Desde entonces, busco instruirme en el bien; intento volverme útil a los hombres y progreso a cada día. Entretanto, tengo necesidad de que oren por mí, y pido a los fervorosos creyentes que eleven sus pensamientos a Dios en mi beneficio. Si me llaman, procuraré venir para responder a las preguntas, tanto como pueda hacerlo. Así se practica la caridad.

PAUL SCARRON