Primeras impresiones de un Espíritu (Médium: Sra. de Costel)
Os hablaré del extraño cambio que se opera en el Espíritu después de su liberación; él se evapora de los despojos que abandona, como una llama que se desprende del foco que la ha producido; luego sucede una gran turbación, y esta duda extraña surge: ¿estoy vivo o muerto? La ausencia de las sensaciones comunes producidas por el cuerpo causa sorpresa e inmoviliza, por así decirlo; como un hombre acostumbrado a llevar un fardo pesado, nuestra alma, aliviada de repente, no sabe qué hacer con su libertad. Después, el espacio infinito; las maravillas innumerables de los astros que se suceden en un ritmo armonioso; los Espíritus solícitos que flotan en el aire y que emanan una luz sutil que parece atravesarlos; el sentimiento de libertad que inunda de repente; la necesidad de lanzarse también al espacio, como pájaros que quieren probar sus alas: he aquí las primeras impresiones que sentimos. No puedo revelaros todas las fases de esta existencia; sólo agregaré que, tan pronto como pasa su deslumbramiento, el alma anhela lanzarse y subir más alto hacia las regiones de lo verdaderamente bello y bueno, y este deseo es el tormento de los Espíritus sedientos del infinito. Como la crisálida, esperan despojarse de su piel y sienten que surgen las alas que los llevarán hacia el bendito azul radiante; pero retenidos aún por los lazos del pecado, precisan planear entre el Cielo y la Tierra, no perteneciendo a ninguno de los dos. ¡Qué son todas las aspiraciones terrenas, comparadas al ardor no saciado del ser que ha entrevisto el velo de la eternidad! Soportad mucho, pues, a fin de llegar depurados entre nosotros; el Espiritismo os ayudará, porque es una obra bendita; Él une entre sí a los Espíritus encarnados y desencarnados, formando los eslabones de una cadena invisible que lleva hacia Dios.
DELPHINE DE GIRARDIN