Los huérfanos (Médium: Sra. Schmidt)
Hermanos míos, amad a los huérfanos; ¡si supierais cuán triste es estar solo y abandonado, sobre todo en la infancia! Dios permite que haya huérfanos para exhortarnos a servirles de padres. ¡Qué divina caridad es ayudar a una pobre criatura desamparada, impedir que padezca hambre y frío, y orientar su alma para que no se pierda en el vicio! Quien tiende la mano a un niño abandonado es grato a Dios, porque comprende y practica su ley. Pensad también que, muchas veces, el niño al que socorréis es alguien a quien habéis amado en otra existencia, y si pudieseis recordarlo, ese socorro ya no sería caridad sino una obligación. Así pues, amigos míos, todo ser que sufre es vuestro hermano y tiene derecho a vuestra caridad, no a esa caridad que hiere el corazón, no a esa limosna que quema la mano del que la recibe, porque vuestros óbolos son frecuentemente muy amargos. ¡Cuántas veces serían rechazados, si no fuera porque la enfermedad y el hambre los están esperando en el desván donde se refugian! Dad con delicadeza; sumad a esto el beneficio más precioso de todos: una buena palabra, una caricia, una sonrisa de amigo. Evitad ese tono de piedad y de protección que equivale a hurgar el cuchillo en el corazón que sangra, y pensad que al hacer el bien estáis trabajando por vosotros mismos y por los vuestros.
JULES MORIN
Nota – El Espíritu que firma esta disertación es completamente desconocido; podemos ver por la comunicación precedente, y por muchas otras del mismo género, que no siempre es necesario un nombre ilustre para obtener bellas cosas. Es una puerilidad apegarse al nombre; es preciso aceptar el bien, venga de donde venga; además, el número de nombres ilustres es muy limitado; el de los Espíritus es infinito. Entonces, ¿por qué no habría también los que son capacitados entre aquellos que no son conocidos? Hacemos esta reflexión porque hay personas que creen que no se puede obtener nada de sublime, a no ser evocando a celebridades; todos los días la experiencia prueba lo contrario, y nos muestra que se puede aprender algo con todos los Espíritus, desde que sepamos aprovechar las oportunidades.