Conversaciones familiares del Más Allá
La Sra. de Duret
Médium psicógrafa, desencarnada el 1º de mayo de 1860 en Sétif (Argelia), evocada primero en la casa del Sr. Allan Kardec el día 21, y después en la Sociedad el 25 de mayo.
1. Evocación. –Resp. Estoy aquí.
2. Nos conocemos de nombre, pero no de hecho; y aunque nunca me habíais visto, ¿me reconocéis? –Resp. ¡Oh, muy bien!
3. Después de vuestra desencarnación, ¿ya has venido a visitarme? –Resp. No, aún no, pero sabía muy bien que habríais de llamarme.
4. Como médium, y perfectamente iniciada en el Espiritismo, he pensado que –mejor que nadie– vos podríais darnos explicaciones instructivas sobre diferentes puntos de la ciencia. –Resp. Responderé lo mejor que pueda.
5. Esta primera evocación tiene por objeto apenas establecer de cierto modo nuestro contacto y ponernos así en relación; en cuanto a las preguntas a realizaros, como son de un interés general, prefiero hacerlas en la Sociedad. Por lo tanto, os indago si consentiríais en venir. –Resp. Sí, con mucho gusto; responderé y pediré a Dios que me esclarezca.
6. Aquí hay cinco médiums; ¿tenéis preferencia por uno de ellos para os servir de intérprete? –Resp. Esto me es indiferente, con tal que sea un buen médium.
7. Como médium, ¿habéis sido engañada alguna vez por los Espíritus en vuestras comunicaciones? –Resp. ¡Oh! Varias veces. Hay pocos médiums que no lo sean en mayor o en menor grado.
Nota – Al día siguiente, la Sra. de Duret se manifestó espontáneamente y expresó su pesar por no le haber sido dirigidas un mayor número de preguntas en la víspera.
8. Si no lo he hecho, ha sido –como os he dicho– porque las reservaba para la Sociedad; quería simplemente asegurarme que podía contar con vos. –Resp. Lo que se hace en vuestra casa es dado también para la instrucción de la Sociedad, y muchas veces es útil aprovechar los instantes en que el Espíritu quiere comunicarse, pues no siempre las circunstancias le son igualmente favorables.
9. ¿Cuáles son las circunstancias que le pueden ser favorables? –Resp. Hay muchas que conocéis; pero es preciso que sepáis que esto no siempre depende de él. A veces necesita ser asistido por otros Espíritus que ni siempre están allí en ese momento.
10. Puesto que habéis venido espontáneamente, debo creer que estáis en uno de esos momentos propicios y lo aprovecharé, si lo permitís. Habéis dicho ayer que varias veces erais engañada como médium; ¿véis ahora a los Espíritus que os engañaban? –Resp. Sí, los veo muy bien. Ellos aún desearían embaucarme, pero ahora lo veo con claridad; ya no soy más su víctima; de esta manera, los rechazo.
11. También habéis dicho que hay pocos médiums que no hayan sido más o menos engañados; ¿de qué depende esto? –Resp. Depende mucho del médium y también del que interroga.
12. ¿Podríais explicaros más claramente? –Resp. Quiero decir que, cuando uno lo quiere, siempre es posible preservarse de los Espíritus malos; la primera condición para eso es no atraerlos por la debilidad o por los defectos. ¡Cuántas cosas yo tendría que deciros sobre esto! ¡Ah, si los médiums supiesen cuán errados están en dejarse dominar por los Espíritus malévolos!
13. ¿Es en el mundo de los Espíritus que se exponen al mal? –Resp. Sí, y también en el mundo de los encarnados.
14. ¿Qué mal puede hacerles esto en el mundo de los encarnados? –Resp. Varios; primeramente se vuelven presa de los Espíritus malos, que abusan de los mismos y que los incitan al mal, instigando todos los defectos que en ellos encuentran en germen, principalmente el orgullo y la envidia. Después, Dios suele punirlos através de los sufrimientos de la vida.
Nota – Tenemos más de un ejemplo de médiums dotados de las mejores facultades, y que la desgracia ha perseguido y abatido, después de haberse dejado dominar por los Espíritus malos.
15. Pero entonces ¿no sería mejor no ser médium, ya que esta facultad puede arrastrar a tan graves inconvenientes? –Resp. ¿Creéis, pues, que los Espíritus malos sólo vienen a atacar a los médiums? Al contrario, la mediumnidad es un medio precioso de reconocerlos y de preservarse de ellos; es el remedio que Dios, en su bondad, da al lado del mal; es la advertencia de un buen Padre que ama a sus hijos y que quiere prevenirlos del peligro. Infelizmente, los que disfrutan de este don no saben o no quieren aprovecharlo; son como el imprudente, que se hiere con el arma que debería servir para defenderlo.
16. ¿Sois vos misma, Sra. de Duret, la que dais estas respuestas? –Resp. Soy yo misma que las doy, y os lo aseguro en el nombre de Dios; pero creo que si hubiera sido abandonada a mí misma, no sería capaz de responder. Los pensamientos me vienen de más alto.
17. ¿Veis al Espíritu que os inspira? –Resp. No; aquí hay una multitud de Espíritus ante los cuales me inclino, y cuyos pensamientos parecen irradiar sobre mí.
18. Así, ¿puede un Espíritu recibir las inspiraciones de otros Espíritus, tanto como aquel que está encarnado, y servirle de intermediario? –Resp. No lo dudéis; frecuentemente él cree que responde por sí mismo, cuando no es más que un eco.
19. Que los pensamientos sean vuestros o sugeridos, poco nos importa mientras sean buenos, y nosotros agradecemos a los Espíritus buenos que os inspiran; pero entonces preguntaré, ¿por qué esos mismos Espíritus no responden directamente? –Resp. Ellos lo harían si vos los interrogaseis; ha sido a mí que habéis evocado; ellos quieren responder y, entonces, se sirven de mí para mi propia instrucción.
20. El Espíritu que obsesó a un médium en vida, ¿aún lo obsesa después de la muerte? –Resp. La muerte no libra al hombre de la obsesión de los Espíritus malos; es la figura de los demonios atormentando a las almas que sufren. Sí, esos Espíritus los persiguen después de la muerte y les causan sufrimientos horribles, porque el Espíritu atormentado se siente bajo una opresión de la cual no puede desembarazarse. Al contrario, aquel que se liberó de la obsesión en vida, es fuerte, y los Espíritus malos lo observan con temor y respeto: han encontrado a su superior.
21. ¿Hay muchos médiums verdaderamente buenos, en toda la acepción de la palabra? –Resp. No son los médicos que faltan, sino los buenos médicos que son raros; lo mismo sucede con los médiums.
22. ¿Por cuál señal se puede reconocer que las comunicaciones de un médium merecen confianza? –Resp. Las comunicaciones de los Espíritus buenos tienen un carácter con el cual no es posible confundirse, cuando nos tomamos el trabajo de estudiarlas. En cuanto al médium, el mejor sería aquel que nunca hubiese sido engañado, porque eso sería la prueba de que solamente atrae a los Espíritus buenos.
23. ¿Pero no hay médiums dotados de excelentes cualidades morales y que son engañados? –Resp. Sí, los Espíritus malos pueden hacer intentos, y sólo triunfan por la debilidad o por la excesiva confianza del médium que se deja engañar; pero esto no dura y los Espíritus buenos vencen fácilmente cuando hay voluntad.
24. La facultad medianímica ¿es independiente de las cualidades morales del médium? –Resp. Sí; suele ser dada en alto grado a personas viciosas, a fin de ayudarlas a corregirse. ¿Será que los enfermos no necesitan más de remedios que las personas sanas? Los Espíritus malos les dan a veces buenos consejos sin saberlo, siendo llevados a esto por Espíritus buenos; pero aquellas personas no los aprovechan porque, por orgullo, no los toman para sí mismas.
Nota – Esto es perfectamente exacto, y a menudo se ven a Espíritus inferiores que dan duras lecciones, y en términos poco comedidos; señalan defectos, ponen en ridículo las imperfecciones con mayor o menor consideración, según las circunstancias, y a veces de una manera muy espirituosa.
25. ¿Pueden Espíritus buenos comunicarse através de malos médiums? –Resp. A veces médiums imperfectos pueden recibir bellas comunicaciones, que sólo pueden proceder de Espíritus buenos; pero cuanto más sabias y sublimes sean esas comunicaciones, más culpables serán los médiums si no las aprovechan. ¡Oh, sí! Serán muy culpables, y sufrirán penas crueles por su ceguera.
26. Las buenas intenciones y las cualidades personales del que interroga, ¿pueden impedir la manifestación de los Espíritus malos, atraídos por un médium imperfecto, y asegurarle buenas comunicaciones? –Resp. Los Espíritus buenos aprecian la intención y, cuando juzgan útil hacerlo, pueden servirse de cualquier especie de médium, según el objetivo propuesto; pero, en general, las comunicaciones son más seguras cuanto más serias sean las cualidades del médium.
27. Al no poder el hombre ser perfecto, ¿resulta de esto que no hay médiums perfectos? –Resp. Existen los que son tan perfectos como lo permite la humanidad terrestre; son raros, pero existen; son los preferidos de Dios y se preparan grandes alegrías en el mundo de los Espíritus.
28. ¿Cuáles son los defectos que dan más acceso a los Espíritus malos? –Resp. Ya os lo he dicho: el orgullo, y también la envidia que es una consecuencia del orgullo y del egoísmo. Dios ama a los humildes y castiga a los soberbios.
29. ¿De eso sacáis en conclusión que el médium que no es humilde no merece ninguna confianza? –Resp. No de manera absoluta; pero si en un médium reconocéis el orgullo, la envidia y la poca caridad, vosotros tenéis mayores posibilidades de ser engañados.
Nota – Lo que hace que muchos médiums se pierdan es creerse que son los únicos capaces de recibir buenas comunicaciones y el hecho de menospreciar las de los otros; ellos se creen profetas, y no son más que los intérpretes de Espíritus astutos que los atrapan en sus redes, persuadiéndolos de que todo lo que escriben es sublime y que no necesitan más consejos. La creencia de ciertos médiums en la infalibilidad y en la superioridad de sus comunicaciones es tal, que llegar a objetarlas es casi una profanación; dudar de las mismas es casi una injuria; más aún: es hasta exponerse a hacerse enemigos de ellos, siendo más fácil decirle a un poeta que sus versos son malos. Este sentimiento, que tiene como principio evidente el orgullo, es alimentado por los Espíritus que los asisten y que tienen mucho cuidado en inspirarles el alejamiento de cualquiera que pueda esclarecerlos; sólo esto debería ser suficiente para abrirles los ojos, si no estuviesen fascinados. Hay un principio que nadie puede negar: los Espíritus buenos solamente pueden aconsejar el bien; por lo tanto, todo lo que no fuere el bien, en el sentido absoluto, no puede proceder de un Espíritu bueno; por consecuencia, todo consejo dictado o todo sentimiento inspirado que refleje el mínimo pensamiento malo es, por esto mismo, de un origen sospechoso, sea cual fuere la cualidad o la redundancia del estilo.
Una señal no menos característica de este origen es la adulación, muy usada por los Espíritus malos contra ciertos médiums. Al respecto, saben alabar sus aptitudes físicas o sus cualidades morales, alimentar sus más secretas inclinaciones, instigar su avidez o su codicia y, aún criticando el orgullo y aconsejando la humildad, saben estimular su vanidad y su amor propio. Uno de los medios que emplean consiste, sobre todo, en persuadirlos de su superioridad como médiums, presentándolos como apóstoles en misión –por lo menos dudosa– y para la cual la primera de todas las cualidades sería la humildad, unida a la simplicidad y a la caridad.
Al estar fascinados con el nombre de seres venerables de los cuales se creen intérpretes, no perciben –muy a su pesar– las malas intenciones que tienen los Espíritus falsos, porque sería imposible a Espíritus inferiores simular completamente todas las cualidades que no poseen. Los médiums no se liberarán realmente de la obsesión a que están sujetos, hasta que entiendan esta verdad; sólo entonces los Espíritus malos, por su lado, comprenderán que pierden su tiempo con personas a las que no pueden sorprender en falta.
(Sociedad, 25 de mayo de 1859)
30. Vuestro marido posee, al parecer, la facultad de médium vidente; ¿tiene él realmente esta facultad? –Resp. Sí, positivamente.
31. Él dice que os ha visto dos veces después de vuestra desencarnación; ¿esto es verdad? –Resp. Sí, es la pura verdad.
32. ¿Están expuestos los médiums videntes a ser engañados por los Espíritus impostores como los médiums psicógrafos? –Resp. Son engañados menos veces que los médiums psicógrafos, pero igualmente pueden serlo por las falsas apariencias, cuando no son inspirados por Dios. Bajo la dinastía de los faraones, en el tiempo de Moisés, ¿los falsos profetas no hacían milagros que engañaban al pueblo? Sólo Moisés no se engañaba, porque era inspirado por Dios.
33. ¿Podríais explicarnos ahora vuestras sensaciones al entrar en el mundo de los Espíritus? Además de la turbación más o menos larga que siempre sigue a la muerte, ¿hubo un instante en que vuestro Espíritu perdió toda la conciencia de sí mismo? –Resp. Sí, como siempre; es imposible que sea de otro modo.
34. Esta pérdida absoluta de conciencia, ¿comenzó antes del instante de la muerte? –Resp. Comenzó en la agonía.
35. ¿Persistió después de la muerte? –Resp. Por muy poco tiempo.
36. En total, ¿cuánto tiempo puede haber durado? –Resp. Aproximadamente quince a dieciocho de vuestras horas.
37. ¿Es variable esa duración según los individuos? –Resp. Ciertamente; no es la misma en todos los hombres; esto depende mucho del género de muerte.
38. Mientras se llevaba a cabo el fenómeno de la muerte, ¿teníais conciencia de lo que sucedía en vuestro cuerpo? –Resp. De ningún modo. Dios, que es bueno con todas sus criaturas, quiere evitar al Espíritu las angustias de ese momento; por eso le saca todo el recuerdo y toda la sensación.
Nota – Este hecho, que siempre nos ha sido confirmado, es análogo al que ocurre en la vuelta del Espíritu al mundo corporal. Se sabe que, desde el momento de la concepción, el Espíritu designado para habitar el cuerpo que debe nacer, es tomado por una turbación que va creciendo a medida que los lazos fluídicos que lo unen a la materia se estrechan, hasta las proximidades del nacimiento; en ese momento, pierde igualmente toda la conciencia de sí mismo y solamente comienza a recobrar sus ideas en el momento en que el niño respira; sólo entonces la unión del Espíritu al cuerpo es completa y definitiva.
39. ¿Cómo se operó el instante del despertar? ¿Os reconocisteis súbitamente o hubo un momento de semiconciencia, es decir, un vacío en las ideas? –Resp. Durante algunos instantes permanecí en ese estado, y después, poco a poco, me reconocí.
40. ¿Cuánto tiempo duró ese estado? –Resp. No sé exactamente, pero fue poco tiempo; creo que alrededor de dos horas.
41. Durante esa especie de somnolencia, ¿tuvisteis una sensación agradable o penosa? –Resp. No lo sé; casi no tenía conciencia de mí misma.
42. A medida que vuestras ideas se aclaraban, ¿teníais la certeza de la muerte del cuerpo, o por un instante creísteis que aún estabais en este mundo? –Resp. Efectivamente lo creí durante algunos instantes.
43. Cuando tuvisteis la certeza de vuestra desencarnación, ¿sentisteis pesar? –Resp. No, de ninguna manera; la vida no es para lamentarse.
44. Cuando os reconocisteis, ¿dónde os encontrabais, y qué fue que llamó primeramente la atención a vuestra vista? –Resp. Yo estaba con Espíritus que me rodeaban y que me ayudaban a salir de la turbación; fue este cambio que me llamó la atención.
45. ¿Os encontrasteis con vuestro marido? –Resp. Poco lo dejo; él me ve, me evoca y esto sustituye mi pobre cuerpo.
46. ¿Volvisteis a ver inmediatamente a las personas que habíais conocido: al Sr. Dumas y a los otros espíritas de Sétif? –Resp. Inmediatamente no; pensé que me evocarían. No hacía mucho tiempo que yo los había dejado, y encontré algunos que había conocido y que hace siglos no veía. Yo era médium y espírita; todos los Espíritus que yo había evocado vinieron a recibirme: esto me conmovió. ¡Si supieseis qué emocionante es reencontrar a los amigos en este mundo!
47. El mundo de los Espíritus ¿os pareció una cosa extraña y nueva? –Resp. ¡Oh, sí!
48. Esta respuesta nos sorprende, porque no es la primera vez que os encontráis en el mundo de los Espíritus. –Resp. Esto nada tiene que deba sorprenderos; yo no estaba tan adelantada como hoy; y también la diferencia es tan grande entre el mundo corporal y el mundo de los Espíritus, que ha de sorprender siempre.
49. ¿Vuestra explicación podría ser más clara? ¿No sería porque cada vez que se regresa al mundo de los Espíritus, los progresos realizados dan nuevas percepciones y permiten encarar dicho mundo bajo otro aspecto? –Resp. Es exactamente esto; os he dicho que no estaba tan adelantada como hoy.
Nota – La siguiente comparación permite comprender qué sucede en esta circunstancia. Supongamos que un campesino pobre venga a París por primera vez; frecuentará una sociedad y vivirá en un barrio compatible con su situación económica. Después de una ausencia de varios años, durante los cuales enriqueció y adquirió una cierta educación, él regresa a París y se encuentra en un medio totalmente diferente al de la primera vez, y que le parecerá nuevo. Comprenderá y apreciará una cantidad de cosas que apenas había llamado su atención la primera vez; en una palabra, tendrá dificultad en reconocer su antigua París y, no obstante, será siempre París, aunque se le presente bajo un nuevo aspecto.
50. ¿Cómo evaluáis ahora las comunicaciones que se obtienen en Sétif? En general, ¿son más buenas que malas? –Resp. Son como en todas partes; las hay buenas y malas, verdaderas y falsas. Ellos suelen ocuparse con cosas que no son lo bastante serias y que no siempre son bien consideradas; pero no creen que hacen mal. Trataré de corregirlos.
51. Nosotros os agradecemos por haber tenido a bien venir y por las explicaciones que nos habéis dado. –Resp. Yo también os agradezco por haber pensado en mí.