Revista Espírita - Periódico de Estudios Psicológicos - 1860

Allan Kardec

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Los médiums

Estoy satisfecha en ver que todos sois puntuales al encuentro que he marcado con vosotros. Que la bondad de Dios se extienda sobre vosotros y que vuestros ángeles guardianes siempre puedan ayudaros con sus consejos, preservándoos de la influencia de los Espíritus malos, si supiereis escuchar la voz de aquéllos y si consiguiereis cerrar vuestros corazones al orgullo, a la vanidad y a los celos.

Dios me ha encargado de cumplir una misión entre los creyentes que Él ha amparado con el mediumnato. Cuanto más gracias reciben del Altísimo, más peligros corren, y estos peligros son bien mayores porque nacen de las mismas gracias que Dios les concede.

Las facultades de que gozan los médiums les atraen los elogios de los hombres, las felicitaciones, las adulaciones: he aquí su escollo. Estos mismos médiums, que deberían tener siempre presente en la memoria su incapacidad primitiva, la olvidan; y hacen más: lo que sólo deben a Dios, ellos lo atribuyen a su propio mérito. ¿Qué sucede entonces? Los Espíritus buenos los abandonan; al quedarse sin brújula para guiarse, se convierten en juguetes de los Espíritus embusteros. Cuanto más capacidad adquieren, más son inducidos a atribuirse el mérito de su facultad, hasta que finalmente Dios, para punirlos, les retira el don que no puede sino resultarles fatal.

No estaría de más recordaros que os encomendéis a vuestro ángel guardián, a fin de que él os ayude a manteneros alerta contra vuestro más cruel enemigo: el orgullo. Acordaos que, sin el amparo de vuestro Divino Maestro, vosotros, que tenéis la felicidad de ser los intermediarios entre los Espíritus y los hombres, seréis punidos más severamente si no hubiereis aprovechado la luz, porque habéis sido más favorecidos.

Me complazco en creer que esta comunicación, de la cual darás conocimiento a tu Sociedad, habrá de dar sus frutos, y que todos los médiums que allá también se encuentren reunidos, se mantengan alertas contra el escollo en el que podrían estrellarse; este escollo –como ya he dicho a todos– es el orgullo.

JUANA DE ARCO

Aviso – Estamos felices en anunciar a nuestros lectores la reimpresión de la Historia de Juana de Arco dictada por ella misma. Esta obra aparecerá dentro de poco en la librería del Sr. Ledoyen. Hablaremos nuevamente de este libro.

ALLAN KARDEC