Remordimiento y arrepentimiento
Estoy feliz por veros a todos reunidos por la misma fe y con el amor de Dios todopoderoso, nuestro Divino Señor. Que Él pueda siempre guiaros por la buena senda y colmaros de sus beneficios, lo que hará si os volveres dignos.
Amaos siempre los unos a los otros como hermanos; prestaos mutuo apoyo, y que el amor al prójimo no sea para vos una palabra sin sentido.
Recordaos que la caridad es la más bella de las virtudes y que, de todas, es la más agradable a Dios; no sólo esa caridad que da un óbolo a los desafortunados, sino aquella que os hace tener compasión por los infortunios de nuestros hermanos; de aquella que os hace compartir sus dolores morales para aliviar los fardos que los oprimen, a fin de volverles el dolor menos vivo y la vida más fácil.
Acordaos que el arrepentimiento sincero obtiene el perdón de todas las faltas, tan grande es la bondad de Dios. El remordimiento no tiene nada en común con el arrepentimiento. Hermanos míos, el remordimiento ya es el preludio del castigo; el arrepentimiento, la caridad, la fe, os llevará a la felicidad reservada a los Espíritus buenos.
Escucharéis la palabra de un Espíritu superior, estimado por Dios; recogeos y abrid vuestro corazón a las lecciones que os dará.
UN ÁNGEL GUARDIÁN